miércoles, marzo 15, 2006

Ómnibus de temas sexacionales

Algunas feminazis --y uno que otro admirador de Brokeback Mountain, mejor conocida en esta su Región Cuatro como El Cerro del Soplanucas-- andan muy envalentonadas en contra de esa joya de la literatura mexica conocida como la "Epístola de Melchor Ocampo".

A saber, desde hace casi 150 años esta bonita tradición oral se ha transmitido de generación en generación al momento en que dos jóvenes nacionales, por su propia voluntad o siguiendo los preceptos de algún dios menor pero con la suficiente fuerza, deciden unir sus vidas a través del contrato llamado matrimonio civil. Bajo sus líneas se han transmitido preceptos fundamentales que han mantenido la cohesión de La Patria y que han servido de guía, faro y coordenada en momentos de flaqueza por parte del núcleo familiar.

Sin embargo, los tiempos suelen cambiar más aprisa de lo que uno puede soportar. Así, hoy, en el año 2006 del Señor, también nombrado Año Dos Caracol Rayita por los ultramexicanistas zócalobailaores, algunas feminazis --repito-- andan queriendo privarnos de este pilar decisivo, piedra angular de la edificación de la sociedad mesoamericana.

La pregunta es, ¿qué tiene de malo el siguiente texto para nuestra vida en común?

"El hombre, cuyas dotes sexuales son principalmente el valor y la fuerza, debe dar y dará a la mujer protección, alimento y dirección, tratándola siempre como a la parte más delicada, sensible y fina de sí mismo, y con la magnanimidad y benevolencia generosa que el fuerte debe al débil, esencialmente cuando este débil se entrega a él, y cuando por la sociedad se le ha confiado".

¡Qué belleza! ¡Qué intensidad! Este párrafo forma parte de la mencionada Epístola --no confundir con e-pistola-- incluida en la Ley de Matrimonio Civil del 23 de julio de 1859, es decir por el tiempo en que se dieron a conocer las Leyes de Reforma.

Yo no sé, la verdad. Todas esas feminazis que quieren derogar esta joya suelen ser admiradoras de Jaime Sabines. De hecho, la mayoría de las culturosas de este país suelen tener cuatro rasgos comunes: primero, les gusta Sabines; segundo, les gusta Benedetti; tercero, les gusta Silvio; y cuarto, son feas. Bueno, pues este texto bien lo pudo haber escrito aquel chiapaneco priísta que tenía versos que compiten en cursilería con el referido por el liberal Ocampo, por ejemplo, el que decía "la luna se toma cucharadas", o bien, el de "ayer se murió mi tía Chonita y me fui al cine". ¿Entonces?

Además, que yo recuerde (y yo ya lo experimenté en carne propia), ya ni se utiliza esta bonita pieza literaria en los matrimonios contemporáneos. Cuando yo me casé en el muy conservador estado de Puebla (en tiempos de Melquiades, afortunadamente), la jueza ni la mencionó.

Así que, por favor, feminazis del mundo precolombino, no jodan.

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Algunos colegas de mi generación recordarán a la perfección la caricatura de Los Súper Campeones que daban por el cinco. El asunto era más o menos que unos nipones alocados querían ser los mejores futbolistas del mundo. Para ello, la estrategia a seguir era piratear todo lo exitoso del panbol para aprehenderlo y luego explotarlo (es decir, como hacen con casi todo, por ejemplo, las teles, los electrodomésticos, la informática...). Después de corroborar que los brasileños eran los más chidos para jugar este deporte, mandan llamar al Ronaldinho de la época con el fin de que les dé unas clasesitas en sus high schools de petatiux. Además, otra característica de la serie era que los protagonistas intentaban ser todo excepto orientales, por lo cual visten como gringos, hablan como europeos y se apasionan en la grada como sudacas. Era gracioso --o patético, según el gusto-- observar que en la tribuna virtual se mostraran imágenes como de una especie de "barras" compuestas por puros hijos del sol naciente con cánticos que ni Hirohito imaginó para poner bravos a sus kamikases durante la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, este dibujo animado también era célebre por dos cosas principalmente:

a) Por presentar siempre la misma trama consistente en jugar un partido de fútbol que, luego de ir perdiendo hasta el último minuto, los muchachos chichos ganaban con alguna jugada súper campeona digna de los súper campeones, y

b) Que en el desarrollo de los partidos los campos de juego podían alcanzar las dimensiones de cuatro kilómetros de largo y dos de ancho, debido a que los monitos siempre se la pasaban corriendo a gran velocidad sin que se viera el área chica y, quizás, ni siquiera el manchón central en el césped. Claro, no olvidemos también que los balones eran como naves espaciales luego de que alguno de los chicos los patearan con la fuerza suficiente para ponerlos en órbita.

Ah, qué tiempos aquellos.

El punto es que estos nipones se creen todo lo que crean en sus animes y mangas y hentais (incluidas las hipermamis con cara de Sailor Moon porno). Así, los japoneses en serio se metieron en la cabeza la existencia de esa lagartija gigante llamada Godzilla (y, por añadidura, de su hijo totis Godzuki) y, de esta forma, Los Súper Campeones fueron sólo el aviso de que algún día quieren llevarse --en serio-- la Copa del Mundo.

Por tal motivo, hasta organizaron junto a los coreanos del sur (igual de fanáticos y copiones) el Mundial de 2002. Por poco les salía el chistecito, claro, a base de trampas y fraudes --sobre todo en el caso de los hijos de LG-- y arribaron hasta cuartos de final. Afortunadamente, el orden natural de las especies expuesto por el viejo Charles se hizo presente y estos remedos de humanoides fueron echados por la puerta de atrás de su "fiesta" futbolera.

Todo este inmenso rollo preliminar es para presentar un audio aparecido hoy en El Universal, pero tomado de El País, en el que --supuestamente-- se han descubierto algunos mensajes ocultos en la canción de dicha caricatura. El asunto es que, al momento de poner al revés la parte donde dice "Benji, Oliver, sueños de campeón", sale la verdadera esencia de esta rola y se escucha "Que viva Hitler, que viva Hitler". Ay, cucú.

Cierto o no, aquí está el link para que cada quien lo compruebe por sus propios medios:

"Vuelven Oliver y Benji"

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Reforma ha publicado hoy una foto del multicitado góber pechocho durante un periplo desafortunado que padeció ayer en la Ciudad de México. Según las crónicas, al mixteco se le ocurrió llegar a un restaurante de Polanco a disfrutar un momento de solaz cuando, de pronto, la concurrencia se dio cuenta de quién era el personaje que hacía su aparición y --obvio-- comenzó a soltarle frases del tipo ¡cínico!, ¡corrupto! y ¡viejo ratero! (ver, por ejemplo, las notas de La Crónica de Hoy y de La Jornada).

Sin embargo, buscando la imagen en su edición en línea, resulta que no la tienen en tamaño normal. Mmmm. Entonces, lo único que se puede apreciar es la página dos en formato pdf, por lo que el impacto de la ilustración no es tan contundente. En todo caso, se trata del propio Marín, atrapado en un cuarto habilitado como cava del Centro Asturiano, mientras esperaba que le abrieran la puerta de atrás con el fin de huir de los comensales enfurecidos. Como está rodeado de varias bellísimas botellas, se le plantea frente a sus ojos un precioso panorama...



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Y vió el burócrata que era bueno.