Mírala, mírala, mírala, mírala...
Como se puede notar, estoy aburrido. Esa es la razón por la cual estoy mande y mande madres a esta cosa con cinco lectores (¿no me creen?, ¿quieren que los nombre?, de acuerdo, vean: 1.- Paco, 2.- Sivel, 3.- Ernesto, 4.- Alcachofa y 5.- Yo, por lo cual, en realidad son nada más tres lectores. Esto me ha recordado una buena frase que no sé quién usaba, pero que me parece muy útil para citar en este preciso momento: los tres grandes de la pintura mexicana son dos: yo. Imagino que fue Cuevas o alguno de esos goajaqueños ególatras que inundan las artes mexicas, por ejemplo, Toledo, también conocido por sus propios congéneres como Pancho Cochambres). En realidad no se trata de escasez de trabajo, sino de que el ambiente de la oficina está, digamos, malvibrado. Sí, esa palabreja que dice todo y nada al mismo tiempo. Malvibrado. Así como malviajado. Como pesado, pues. Veamos el siguiente ejemplo:
"Paco vive en un lugar que está malvibrado".
Aquí indica que algo raro flota en el ambiente en el lugar de Paco, por lo tanto no es recomendable para dedicarse al solaz o a la sana convivencia entre colegas.
"Paco nos malvibró a todos".
Como se observa en esta oración, el uso del neologismo también se aplica a personas. En la frase anterior se puede inferir que Paco es una persona que no suele deleitarse con la presencia de extraños, por lo cual se dedicó a tirarles mala vibra, lo que en lenguaje común significa que los estuvo jodiendo hasta que se hartaron y lo dejaron solo.
En fin. La verdad, qué bueno que ha llegado el viernes. Hacen falta unas cuantas cervezas y tinto para olvidarse de tanta estupidez como la que estoy garabateando en este momento.
Sha la la.
Me jode cuando todos andan en esta oficina como que salvando a la humanidad y yo no sé qué me toca hacer, si quitar la kriptonita del área en donde se encuentra nuestro héroe (en este caso el DG), llamarle al Comisionado Gordon o buscar a los Gemelos Fantásticos para que activen sus anillos y se conviertan el primero en una hoja de papel bond membretado del Ministerio del Interior y la segunda en unas medias de lana usadas, pero no rasgadas. Futa. Qué sensación, qué sensación.
Recuerdo ahora una de esas viejas enseñanzas prácticas que te suelen dar algunos tipos que, por alguna extraña razón, pasan por las filas de la administración pública. Hace poco mencioné una máxima extraída de esas batallas lingüísticas, la cual era la deducción --basada en el conocimiento empírico-- de que la política era, palabras más, palabras menos, "comer mierda sin hacer gestos". Bueno. Pues ahora tengo en la cabeza las sabias palabras del Dr. Soto, queretano de nacimiento, priísta y alguna vez Jefe de Departamento de este mismo lugar, quien decía entre bocado y bocado de su plato de tacos de tripa que la política era, palabras más, palabras menos, "sumar". Uh.
Digo esto porque, bueno, en realidad también tiene mucho de razón este breve adagio. Es decir, uno nunca sabe cuándo va a necesitar del otro. Hay gente a la que le cuesta singular trabajo entablar buenas relaciones públicas (¡hola alter-ego!) y luego anda sufriendo las consecuencias de esta bonita práctica que, será lo honesta que quieran, pero que no da los resultados que uno esperaría. Sumar. Algo así como "ser diplomático", como "no malvibrar", como "ser cool". En suma, no echarse broncas ni enemigos innecesarios encima.
La verdad, es difícil andar poniendo jeta amistosa a toda la humanidad. Sin embargo, cuando uno menos se lo espera la situación se te revierte. Por nimio que pueda ser, el hecho de andar coleccionando gente a la que le jodes siempre, siempre te pasa factura. Y además, sistemáticamente es en prejuicio de uno: yo sí necesito de los demás, pero ellos casi nunca de mí. Ja. En palabras llanas: uno casi siempre lleva el papel de gafe por la vida.
Gracias Señor por habernos dado los fines de semana. Sólo te pido que ya hagas que sean las 18.00 horas.
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