lunes, abril 03, 2006

Ayer tuve que desplazarme desde mi pueblo poblano hacia una ciudad media de Hidalgo para tomar un autobús rumbo a la Ciudad de México. Las desventajas de tener que hacer escalas en la Sierra Madre Oriental (después de las 18.30 h. ya no se puede viajar a "la capital").

El asunto es éste. Mientras iba en ese autobús --mezcla de guajolotero y foráneo "normal"-- me pude percatar de que la mayoría de la gente que usa este servicio es lo que puede denominarse con toda facilidad como el otro México, o bien, el México real. Gente del campo, trabajadores, comerciantes y amas de casa, indígenas y uno que otro gandalla con cara de bracero. Pero antes de continuar, que esto no se tome como un ay, mira, voy de la ciudad al campo y me encuentro con harto indito fotogénico. No. De hecho, siempre he estado --de una u otra forma-- en contacto con esa parte del país que no es considerada relevante por los análisis macroeconómicos. El punto es que, viendo esto, observando un rato a esta otra parte de México, la verdad, no queda mas que preguntarse por qué hay gente que tiene miedo o que duda de que López O. vaya al frente en las encuestas. ¡Pero si la mitad de nuestro país es pobre! Entonces, por lógica, el eslógan de "primero los pobres" ha sido el más exitoso de las bastante mediocres campañas presidenciales.

¿Qué le dice a la marchante con su crío enredado en el lomo con un chal el dicho de "tengo las manos limpias" de Calderón? ¿Le cree la señorita adolescente risueña y confundida a Madrazo cuando dice que con él las cosas sí se van a hacer? Realmente lo dudo. También desconfío que crean del todo la publicidad del PRD que dice que AMLO construyó no sé cuántos puentes y segundos pisos, por la simple y sencilla razón de que nunca han estado en el DF. Pero de que asimilan el mensaje de que por el bien de todos primero los pobres, lo asimilan.

Somos un país pobre. Hay zonas que compiten con el primer mundo, sin duda. Pero son las menos. Sobre todo si comparamos lo que sucede en esas regiones donde no hay cámaras, ni reflectores y que, por lo tanto, su vida corre por la misma zozobra de hace 10, 20 o 100 años. Pueblos olvidados, dirigidos por caciques, con gente embrutecida y sin mayor esperanza que aguardar la feria de su comunidad y el casamiento de los hijos.

Quienes afirman que poner en la agenda de prioridades a la pobrediabliza es populismo, no tienen ni puta idea de qué va este terriblemente desigual y disparejo país.