AMLO o la crónica de una polarización
Lorenzo Meyer
Lorenzo Meyer
La atracción o el temor que AMLO despierta entre los ciudadanos mexicanos se debe, quizá, menos a sus rasgos de personalidad y más a la vieja deuda que una parte de la sociedad mantiene con la otra
Una elección presidencial cocida a alta temperatura
En la introducción a la crónica que acaba de publicar, con la colaboración de Lucía de Pablo y de Dora Schael, Alejandra Lajous concluye: "López Obrador no es un político más. Los rasgos de su personalidad nos atraen o nos aterran y tenemos que ser capaces de saber por qué". Un intento de dar respuesta a ese por qué es, justamente, AMLO: entre la atracción y el temor. Una crónica del 2003 al 2005 (Océano, 2006), que es, también, la continuación de ¿Dónde se perdió el cambio? (Planeta, 2003), primera parte de una crónica no oficial pero estupenda, del sexenio que está por concluir.
Quizá es inevitable y hasta natural que en México los ánimos políticos estén caldeados y el discurso esté subiendo de tono pues, desde uno de los ángulos de observación, la competencia electoral actual se concibe menos como una confrontación entre fracciones de la clase política por administrar el próximo sexenio y más como la pospuesta lucha de fondo entre proyectos nacionales de izquierda y derecha (aunque en el discurso electoral tales conceptos han sido sustituidos por los que buscan descalificar de entrada al adversario: "populismo" por un lado y "más de lo mismo" por el otro). Sin embargo, aunque la polarización resulte inevitable no deja, por ello, de ser preocupante que en algunos círculos se vea la posible victoria del oponente no como algo tan natural como temporal sino como un asunto de terror.
El concepto de temor que está en el título de la crónica de Lajous cambia a uno más fuerte en la introducción: el de terror. Si bien una elección que se desarrolla en un ambiente de temor -recelo mutuo sobre las consecuencias que pueda acarrear el triunfo del adversario- no es lo más deseable para una democracia, la situación da un salto cualitativo cuando del temor se pasa al terror, es decir, a un ambiente de "miedo extremo", pues ésa y no otra es la definición de este último término. Ése, simplemente, no es el terreno de la democracia sino de alguno de sus antónimos.
El entramado institucional de la vida política mexicana ha mostrado que la debilidad es una de sus características centrales. La disputa democrática por la Presidencia aún no fragua entre nosotros y todavía no se convierte en rutina la seguridad de que el antagonista no es el enemigo a destruir sino un actor más en la pluralidad y que tiene derecho a buscar su lugar bajo el sol. La contienda democrática sigue como algo no bien asimilado en muchos puntos de nuestra geografía, como lo muestran algunas elecciones locales y, sobre todo, el tono ríspido, por momentos apocalíptico, que ha adquirido la campaña presidencial.
Si la dinámica de la democracia normal es aún problemática en México, entonces resulta claro que nuestro sistema simplemente no podría resistir una lucha política que provoque terror en algunos grupos, especialmente si tienen capacidad económica o política de respuesta. En efecto, quienes viven la actual disputa electoral como un juego suma cero -ése donde lo que uno gana es considerado pérdida neta por otro- no estarán en la disposición de negociar sino de eliminar al otro como prerrequisito para sacar adelante su "proyecto nacional", lo que daría al traste con el proyecto democrático.
No hay narración inocente
La crónica empleada por Lajous y sus colaboradoras en la obra citada es un tipo de historia con raíces añejas y que se caracteriza por su rigor en "observar el orden de los tiempos". En ella, un hecho o situación se explica por otro inmediatamente anterior. Se trata de un eslabonamiento que constituye una cadena causal que se inicia y concluye donde el autor lo decide y que no requiere de un "marco teórico" explícito que justifique la selección de los hechos y la evaluación general del periodo y del tema se considera tarea del lector. Sin embargo, el que no exista un marco teórico explícito no significa que el implícito esté ausente. La crónica, como cualquier otro tipo de narración histórica, no es neutral sino que toma partido.
En principio, el universo de los hechos a los que se enfrenta el cronista es ilimitado. El papel del autor es zambullirse en el mar de datos para pescar sólo aquellos que se consideren necesarios para armar la narración que, finalmente, es también la explicación. Por eso, la crónica es asunto de oficio, experiencia, sensibilidad y capacidad de observación para captar y recrear la textura de una época y de un proceso.
Alejandra Lajous es una historiadora con una buena dosis de experiencia en materia de crónica política, pues fue ella la encargada de elaborar las crónicas oficiales de las presidencias de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas. Lo notable es que, desde la óptica de la cronista y desde el 2003, el foco se desplaza del Presidente a aquellos que constituyen la alternativa.
En el arranque de AMLO: entre la atracción y el temor, la mirada se centra menos en Fox y más en "los Fox", en el descabellado intento de Marta Sahagún por ganar "Los Pinos" desde "Los Pinos" y en el desgaste que ese empeño le ocasionó al Presidente y a su gobierno. A lo largo de una narración con multitud de personajes también se examinan los vericuetos que tuvo que sortear el PAN para dar forma a su nueva candidatura presidencial o los jaloneos al interior de un PRI que sabe que, si no recupera la Presidencia en el 2006, su futuro se tornará peligrosamente incierto. Sin embargo, el eje de este recuento del 2003 al 2005 es ese personaje que da título a la obra: Andrés Manuel López Obrador.
El temor
No hay duda de que AMLO: entre la atracción y el temor es la crónica más acabada de Lajous y que cumple con la norma establecida desde el siglo XIX en México y que Carlos Monsiváis resume así: "el alegato político, la memoria histórica, el mensaje a los amigos y el recordatorio a la sociedad de que la nación existe" ("De la santa doctrina al espíritu público: sobre las funciones de la crónica en México", Nueva Revista de Filología Hispánica, T. XXXV, No. 2, 1987, p. 754). Ahora bien, ¿por qué una cronista que ha vivido desde dentro a las élites mexicanas afirma que AMLO "no es un político más" y que aterra a una parte de la sociedad? De la narración se desprende que la efectividad política de AMLO se explica como una combinación de fuerte voluntad política con una gran habilidad para explotar las constantes situaciones de confrontación con sus adversarios más una buena dosis de pragmatismo. Todo ello para consolidar con políticas sociales y con un discurso dirigido abiertamente a los pobres -que son muchos- una gran base social entre los menos beneficiados por el modelo económico vigente desde inicios de los 1980.
En el seguimiento puntual de las "situaciones límite" en que se colocó o colocaron sus adversarios a AMLO, Lajous destaca la capacidad de supervivencia del político tabasqueño, y es en esa gran capacidad de sobreponerse a ataques que parecían definitivos, donde debe de encontrarse parte de las razones del temor o terror de quienes no quieren verle como nuevo mandatario. Se formula aquí una valiosa reconstrucción de la negativa de AMLO a pagar mil 810 millones de pesos al supuesto dueño del Paraje San Juan y chocar de frente con la Suprema Corte, del golpe político provocado por los videos que mostraron a personajes del círculo interno del jefe de Gobierno recibiendo fajos de dólares en la oficina de un contratista y la capacidad del tabasqueño para "darle la vuelta a la tortilla" con la teoría del complot. Sin embargo, es en el seguimiento del proceso que desembocó en el desafuero de AMLO a causa de la violación de un amparo en la construcción de una vialidad secundaria en una zona deshabitada del poniente de la capital, en la reacción al intento de desafuero y en la derrota final del gobierno foxista y de sus aliados en este episodio, donde este trabajo alcanza sus momentos más dramáticos.
Al final, lo que aparece como la causa formal del temor o del terror que despierta entre ciertos electores la posibilidad de una victoria de AMLO en las urnas, es una combinación de la debilidad del entramado institucional que nos aqueja con la tendencia del candidato del PRD a favorecer, por sobre la letra de la ley, su sentido de la justicia en circunstancias de una grave e histórica injusticia social. Sin embargo puede haber una razón de mayor fondo al temor-terror que inspira AMLO en la sociedad mexicana: una que no se debe tanto al personaje mismo, sino a la profundidad de la deuda que una parte de esa sociedad -la minoría- tiene con la otra -la mayoría- y a los posibles costos de haber pospuesto desde hace tiempo la confrontación con ese problema histórico.
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