Jorge Chabat ya es uno de los consentidos de este bloc. Aguante.
Probablemente debido a que los contrapesos institucionales son limitados o tal vez porque el sistema político no genera costos para sus conductas, pero lo cierto es que en esta campaña presidencial, los políticos mexicanos se comportan como adolescentes. Hablan, gritan, hacen berrinches, cambian de grupo de cuates como de calcetines y se rodean de amigotes de dudosa reputación. Y tal como ocurre con los adolescentes, no hay costo alguno. Al menos eso parece.
El síndrome del adolescente irresponsable lo sufren todos los partidos. En las últimas semanas ha sido muy evidente en el candidato del PRD, López Obrador, quien en respuesta a las alusiones obsesivas del presidente Fox respondió como lo hubiera hecho un típico adolescente que se rebela ante la autoridad: lo calló. El "cállese Presidente" era más un berrinche frente a una realidad que le molestaba y que no pudo procesar con madurez. Ese desplante del tabasqueño recordaba más a Kiko, el niño berrinchudo de El Chavo del Ocho, que a Winston Churchill. Pero sus contrincantes no se quedan atrás. Roberto, el candidato priísta, y Felipe Calderón, le echaron bronca al Peje porque éste se rehusó a participar en todos los debates presidenciales. La respuesta de ambos fue la típica de un estudiante de secundaria bravucón: "ponle hora y lugar.", "miedoso" (por no utilizar el mexicanísimo uleeeroo.). Pero esas actitudes no paran ahí. Últimamente les ha dado a los candidatos por bajarle los militantes a sus adversarios, aun cuando muchos de éstos están más quemados que los frenos de un camión materialista en bajada.
Pero ello no les ha importado: con tal de fastidiar al contrario agarran todo y hasta les dan candidaturas. Los casos más patéticos son los de los "recogidos" por el PRD, donde aparecen personajes de oscura trayectoria, como el cacique ex priísta José Guadarrama o de convicciones inestables como Alfonso Durazo. Y la verdad es que el PRD ha sido más exitoso en esta tarea, porque su candidato va punteando las encuestas, pero no por falta de ganas de los otros partidos. Y como evidencia ahí están los acercamientos de Calderón con Elba Esther Gordillo (total: ¿qué tanto es tantito?) o los coqueteos de simplemente Roberto con Cuauhtémoc Cárdenas quien, al igual que su tocayo futbolista, quedó muy dolido por no ser llamado a la selección. Y ambos partidos tienen una larga historia en esto de "cachar" militantes de otros partidos. Esta estrategia a veces ha tenido éxito, como en el caso de la victoria de Pablo Salazar; en Chiapas; aunque en ocasiones no ha sido así, como fue en el caso del ex priísta Rubén Mendoza Ayala, quien fue vapuleado en las elecciones del estado de México.
Parecería que los partidos obtienen una satisfacción, también típica de un adolescente, en "bajarle" los militantes al contrario, como si se tratara de una novia. Claro, en esta lógica no importan mucho las cualidades, o la falta de éstas, de los políticos en cuestión. Como tampoco importaba en la secundaria si la chava que uno le bajaba al compañero fuera bonita o fea, inteligente o limitada: era simplemente una cuestión de ego. Y en esta estrategia, no sólo bajarle la novia al colega era altamente apreciado: también lo era andar con la hermana o con la prima. Total, si priístas y perredistas son "primos", ¿por qué no?
Finalmente, otro aspecto en el cual los políticos mexicanos parecen también adolescentes es en eso de las "malas compañías". Una forma típica de rebelión de los jóvenes es andar con gañanes, esto es, con los amigos más antisociales que se pueda encontrar e incluso delincuentes, quienes desde luego son el escándalo de sus padres. Las razones de esta conducta son variadas y van desde la expresión de un sentimiento de rebeldía, hasta la búsqueda de emociones "fuertes". Obviamente, detrás de estas amistades está la percepción de que esa elección no tiene consecuencias. Y eso es lo que explica las malas compañías que presentan los tres principales partidos, entre las cuales hay desde políticos con procesos pendientes ante la justicia, hasta aquellos que entienden la política como el disfrute de los privilegios sin hacer nada (como buen adolescente). Pero a los partidos y candidatos les vale. La razón principal por la cual nuestros políticos se comportan como personajes de la película Porky´s es porque el sistema político no parece imponer ninguna sanción a estas conductas.
Así pues, lo que habría que cambiar es el sistema: castigar conductas irresponsables y premiar las responsables. Mientras eso ocurre, tendremos que acostumbrarnos a tener un ejército de springbreakers ocupando los foros políticos, quienes obviamente son los últimos interesados en cambiar el sistema. ¿Para qué? Si así está "a todas margaritas".
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