¡Evos!
Evo Morales, un símbolo inquietante
LLUÍS FOIX
Un revolucionario latinoamericano en los tiempos fríos de la globalización es una novedad. Muchos dirán que es una anomalía. Evo Morales es el quinto presidente boliviano en cinco años. Nada nuevo. Los presidentes bolivianos aparecen y se van por huelgas generales, por golpes de estado o por corrupción manifiesta. Bolivia fue noticia internacional cuando el Che Guevara fue asesinado en las laderas de los Andes en 1967. Volvió a ocupar las portadas de los diarios occidentales cuando sus restos mortales fueron hallados en 1997.
Lo más interesante de cuanto ocurre en Bolivia es que Evo Morales no es un fenómeno aislado en la región que ha dado un singular giro hacia la izquierda populista y demagógica. Fidel Castro es un octogenario que bendice a la revolución bolivariana en Caracas y ahora aprueba la victoria de Evo Morales en Bolivia. Dentro de unos días puede sumarse al club de los revolucionarios anti occidentales Ollanta Humalla, un indígena que puede proclamarse presidente de Perú.
Mientras Morales proclamaba la nacionalización de los hidrocarburos, cientos de miles de hispanos se manifestaban en las grandes ciudades norteamericanas contra el proyecto de ley para expulsar o privar de derechos a los casi doce millones de latinoamericanos inmigrantes ilegales que viven y trabajan en Estados Unidos.
Veinticinco millones de latinoamericanos han emigrado hacia Estados Unidos y Europa en los últimos cinco años. Huyen de la miseria y de la pobreza estructurales. Este fenomenal trasiego humano tiene que hacer reflexionar a Estados Unidos y a Europa. Es muy lamentable que un gobierno populista rompa la seguridad jurídica internacional deshaciendo contratos firmados por presidentes anteriores.
Evo Morales se ha convertido en el aglutinante del anti norteamericanismo mundial. También en algunos sectores de la izquierda europea que ven en este ex pastor de llamas, indio, cultivador de coca y héroe nacional boliviano en el antídoto a la expansión del capitalismo liderado por Estados Unidos y secundado por Europa.
Bolivia, Venezuela y Perú cuentan con un importante porción de las reservas energéticas que son necesarias para la marcha de la economía mundial y muy especialmente la norteamericana y europea. La otra gran bolsa de petróleo está en Oriente Medio donde Europa y Estados Unidos están distanciándose a causa de la desastrosa guerra de Iraq.
En Venezuela, Bolivia, Perú y Cuba no van a cambiar los regímenes hostiles a Washington y de alguna manera a Bruselas. El gobierno español que recibió en jersey a Evo Morales ha recibido un duro golpe con la nacionalización de los hidrocarburos bolivianos y ha llamado a consultas al encargado de negocios en Madrid. Repsol puede recibir un golpe de muerte.
Los gobiernos y las grandes compañías multinacionales occidentales tendrán muchos problemas. Será difícil no acusar los golpes que esos caudillos sudamericanos van a ir dando en aras de revoluciones ideológicas, étnicas o culturales. Estoy convencido que la vida de los andinos no va a mejorar con esos líderes. Pero tampoco la de las acomodadas clases medias occidentales.
Llegan tiempos interesantes. Diría que inquietantes. La globalización de las ideas no puede disociarse de la globalización de los recursos. Si el liberalismo capitalista occidental no consigue repartir más equitativamente la riqueza que se acumula en el primer mundo podemos estar en las vísperas de un cataclismo económico y político mundiales. Es preocupante.
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