martes, agosto 01, 2006

El recuento de los daños

El fin se casó Pancho con Gaby. Fue en el pueblo. En el Club de Leones. A pesar de que nos pusieron en las últimas mesas, las que están junto a la puerta, todos nos la pasamos muy bien. Primero se acabó el whisky, luego el brandy y, al final, dimos cuenta de la cerveza. Al menos cumplimos con nuestro viejo uso y costumbre que es irnos hasta el final de cualquier celebración y reunión.

Después fuimos a Colorines a despedir a Fermín que parte rumbo a Guadalajara. Algo emotivo, sin duda. Ese bar nos ha dado cobijo desde hace ya casi 10 años. Sábado a sábado nos fuimos convirtiendo en los huéspedes principales de su barra y sus tres secciones. Sobre todo de la barra. La misma que nada más tiene cuatro lugares disponibles, pero que en situaciones como la del domingo --porque nos abrieron ese día especialmente-- albergaba hasta 15 personas.

Dos días completamente dedicados a la siempre reconfortante actividad de beber. Beber, beber. Fumar también. Bailar, un poco. Sobre todo con ese middle de rolas ochenteras que dieron en la boda. Cuando seas grande, La muralla verde, ¿A quién le importa?, Besos de ceniza y otras. Me sentí como cuando veía a los amigos de mis padres emocionarse al escuchar La plaga, Bule-bule o Despeinada. Brincamos como en los buenos tiempos.

Afortunadamente la resaca fue apacible. Un poco de paranoia de mi parte al sentir un ligero hormigueo en mis manos y en mis piernas cuando veníamos con César de regreso a la Ciudad de México, pero nada de importancia. Mientras pasábamos del brandy --que no es mi favorito, pero se acepta-- a la cerveza pedí agua mineral. Siempre es bueno hidratarse para mitigar la resaca. Mi estómago reaccionó bien. Poca acidez pese a la alta cantidad de grasa y picante en la comida. Tampoco hubo reflujo. Punto a favor.

Mis colegas todos en pleno. La verdad, me da mucho gusto estar con ellos. No sé si el sentimiento sea recíproco, pero me la pasé muy bien. Yo que soy reacio a pensar positivo, como dice mi mujer. Por cierto, una acotación. Me he enterado que mis compañeros burócratas llaman \"el sidoso\" a otro de nuestros vecinos. ¿Por qué? Sencillo: porque es \"cero positivo\". Y sí, en efecto, no he conocido a nadie más negativo que él. Le puedes decir, oye, qué buena rola de los Stones, ¿no?, y te responderá algo así como ya se vendieron, eran buenos en los sesenta, ya se los comió el imperialismo yanqui y cosas así. No falla. Es totalmente contreras. Un típico ejemplar de esos que aderezan sus afirmaciones con sentencias como \"así es, maestro\". Uf.

Volviendo al tema, buen fin de semana, sin duda. Sin embargo, necesito hacer ejercicio. Mi resistencia merma cada nueva juerga. Ahora necesito, al menos, dos días para recuperarme. En especial necesito elevar mi ritmo cardíaco. Me canso muy rápido al subir escaleras y estoy casi seguro que no aguantaría correr más de 10 minutos. Sivel ha preguntado el precio de un gimnasio cerca del piso. 50 pesos la inscripción y 30 la visita. Prefiero sacar mi vieja bicicleta fija que está guardada en el segundo baño que usamos como bodega. De hecho, ahora que se va Fermín le he comprado su bicicleta de montaña. Él necesita dinero y yo necesito algo que me motive a moverme. Así que, lo hice: la compré. Claro, aún no doy ni un centavo (y tampoco tengo el cachivache), pero ya es una promesa. Recorreré las calles de Huauchinango como cuando era chaval. Me preocupa que no tengo tenis.


Esta es una prueba desde uno de los proxys que nos recomendaron. Si funciona, después haré otras consideraciones pendientes...