lunes, agosto 14, 2006

Instantáneas de agosto

Publicado el 12 de agosto en El Guardián

Se está llevando a cabo el recuento para determinar las cifras definitivas de los comicios celebrados hace 41 días. Luego de la decisión de los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en más de 11 mil casillas se están abriendo los paquetes electorales debido a que se comprobaron las dudas respecto a su resultado.

Lo anterior debe interpretarse como un triunfo para la Alianza por el Bien de Todos. El sólo hecho de echar abajo la determinación del Instituto Federal Electoral de no volver a realizar un conteo ha sido la demostración –en parte—de sus argumentos. Sin embargo, esto no ha sido suficiente para los militantes de los partidos que integran la coalición y, por lo tanto, han decidido mantener el plantón en el Zócalo de la Ciudad de México, así como el bloqueo sobre el Paseo de la Reforma.

¿Qué impacto tiene esta medida en la opinión pública? Es difícil dar una opinión con cierto grado de confiabilidad en este momento. Uno de los problemas a los que se enfrentan los que dan reportes de la cotidianidad –por ejemplo, los periodistas—es la imposibilidad de analizar un conflicto con las herramientas que otorga la conclusión del mismo. Es decir, cuando ya existen elementos confiables sobre el comportamiento de los actores y el resultado de sus acciones. Lo que estamos viendo ahora es un típico caso de un fenómeno vivo, cambiante y que, en cualquier momento, puede dar un giro totalmente radical.

Los actores políticos están reaccionando a bote pronto. Al respecto, uno de los personajes tradicionalmente cercanos a la izquierda mexicana, Carlos Monsiváis, sorprendió a más de uno al criticar mediante un texto las acciones de “resistencia civil” que está llevando a cabo la Coalición. Asimismo, sobra recordar el cambiante papel de muchos otros intelectuales que han firmado desplegados a la menor provocación mostrando sus filias y fobias. Por cierto, con esta acción México se ha descubierto como un país en donde, al parecer, lo que sobran son “creadores” y “artistas” (y ya no digamos politólogos).

En general, puede afirmarse que la opinión pública, además de dividida, ahora está confundida. Un importante sector de los electores de López Obrador se ha sentido defraudado por la radicalización de su discurso y de sus acciones. Debido a esto se han instalado en esa franja multicolor de preferencias electorales no definidas. Los mismos que suelen afirmar que no votan por nadie porque ningún partido los representa.

Sin embargo, en otra porción considerable ha florecido la duda respecto a si en verdad estos comicios, es decir la totalidad de los mismos, fueron limpios y transparentes. Lo que hemos visto hasta ahora han sido reajustes en los resultados finales de las casillas. Mínimos, claro, pero al final del día reajustes. Por aquí 20 votos más, por allá 80. Con esto el argumento esgrimido por la Coalición puede adquirir cierta coherencia: de 20 en 20 en más de 130 mil casillas es posible que el resultado no sea el mismo que el que hasta ahora conocemos.

En contraste, lo que también es un hecho duro es que las reglas de la democracia, de por sí incipientes y amateurs en el país, están siendo puestas a prueba cero. ¿Cuál debe ser el papel de un gobernante frente a la ciudadanía? ¿Mantener una posición de militante partidista o de ser un simple funcionario de la administración pública, con todo lo que esto implica? Me refiero en especial al caso del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Alejandro Encinas.

En declaraciones hechas a los medios ha admitido que entiende la molestia de los capitalinos pero, en la práctica, no ha hecho gran cosa para responder a los reclamos que le plantean. Claro, ahí están los policías y los agentes de tránsito intentado hacer fluir el caos, pero el bloqueo permanece. Entonces, lo que queda es un debate interminable respecto a cómo conciliar el derecho a la libre manifestación pública con el del libre tránsito. Algo bastante complejo.

Como afirmé la semana pasada, hubiese preferido la anulación de las elecciones con el fin de nombrar a un tercero, el cual fungiría como una válvula de escape a toda la tensión acumulada. La decisión de los magistrados ha sido, sin embargo, la que tenía mayores posibilidades de ocurrir: el recuento parcial de votos. Ahora, lo que resta es esperar el tiempo que falta –hasta el 6 de septiembre—para poder ver, por fin, el humo blanco salir del edificio de la calle Carlota Armeros.

Sombras y figuras

Camino sobre las avenidas Juárez y Madero de la Ciudad de México. Frente al Hotel Sheraton de La Alameda Central dos canchas de fútbol entretienen a niños y jóvenes. Mas adelante, un grupo de niñas vestidas con trajes típicos realizan alguna coreografía regional. En la acera que ocuparon durante muchos años los Reyes Magos han instalado juegos mecánicos. Los sanitarios móviles tienen letreros del tipo “Oficina de Felipe Calderón”, “Oficina de la Maestra Gordillo”, “Oficina de López Dóriga, Ferriz de Con, Adela Micha...” y así, un largo etcétera. Un cartel invita a la lectura de poemas y otro a un recital con Gabino Palomares en la “Plaza de la Democracia” (¿cuál será la verdadera entre tantas que se llaman igual?).

Las mujeres cocinan y los hombres fuman o juegan ajedrez. Han instalado mesas para diversos usos. Por acá está un “libro club”, por allá una sección de “noticias comentadas”. Sobra decir que lo que más se ve son ejemplares de La Jornada como fuente primaria de información. Al llegar a Madero hay más aglomeraciones. La estrechez de la calle se une al hecho de estar cada vez más cerca del Zócalo, el mítico corazón del país. Aquí hay más actividad. Hay puestos donde venden tazas y vasos con serigrafía relativa al candidato de la Coalición, los mismos que encuentras a la salida de los conciertos.

En una megapantalla proyectan, una vez más, el video ¿Quién es el Señor López? de Luis Mandoki. De una bocina sale una voz con el tono de vendedor de tamales oaxaqueños que dice “para que siga la fiesta, tamales Bibriesca, para que sigas festejando, tamales Hildebrando, para que te bajes los tamales, atole con el dedo...”.

Aquí se está construyendo la democracia, sentencia una enorme manta colocada al final del trayecto.