martes, octubre 03, 2006

Bowling for Elephant

De nueva cuenta, un chaval ha abierto fuego contra sus compañeros en alguna escuela norteamericana. El resultado, previsible: muertos y el terror desatado en el lugar y en los medios de ese país.

Este tema me ha llamado desde siempre la atención. La violencia contenida y sistemática que, un día común y corriente, no resiste más el dique del Policía de la Verdad interno y se desata con toda su furia en contra de los otros. Quien haya visto Bowling for Columbine de Michael Moore y Elephant de Gus van Sant tendrá una idea de que esta clase de actos no ocurren así nomás porque sí. Los chavales de la primera eran una especie de apestados sociales por no entrar en la categoría de populares o ganadores. El de la segunda igual. Un día se cansaron de su posición inferior y decidieron hacerse justicia vaciando varios cargadores en su alma mater con todo y amiguitos adentro.

El problema surge cuando estos fenómenos los encontramos con intervalos tan breves dentro de los telediarios. Copiones como somos los mexicanos en casi todo, sobre todo viniendo del norte, no dudo que las noticias que aparecen ahora mismo en los medios nacionales sean la semilla que algún día nos dé una versión pirata sobre el asunto. De hecho, no deja de sorprenderme que algo similar no haya sucedido con anterioridad en México. Me refiero a una tragedia de estas dimensiones, no sólo a las humillaciones de todos los días a las que suelen estar acostumbrados los nerds en las secundarias y las prepas tenochcas.

Aquí mismo, en el Ministerio, podríamos considerarlo un caldo de cultivo de esta clase de acontecimientos. Anteriormente he escrito que varios funcionarios públicos como que si cubren a la perfección el perfil idóneo para que, el día menos pensado, lleguen con algunos kilos de explosivos pegados al cuerpo y los activen mientras nos gritan maldiciones y ríen de manera descompuesta. De una manera u otra, el contacto vis a vis entre las personas suele generar hartazgo y odio, más cuando implica a gente a la que tú no escogiste para convivir, sino que tienes que hacerlo por la simple y llana razón de que ya estaba ahí.

¿Será la Ciudad de México el lugar donde tengamos nuestra versión simi de Columbine algún día?