Posgrados
Han pasado cinco meses desde que obtuve el máster. La vida ha seguido tal cual. Bueno, ahora firmo como Mtro. o como MGAP. Pero, en general, la cosa fluye normalmente.
El sábado mi colega César me decía que quiere estudiar un MBA en alguna universidad norteamericana o en alguna nacional que tenga relación con aquéllas. Eso está muy bien. De acuerdo a la experiencia, aquellos que logran obtener ese grado se hacen acreedores a una especie de llaves que los llevan a puestos directivos en oficinas con vistas a las avenidas principales de las ciudades. Glamour, viajes y una cuenta bancaria que engorda a buen ritmo mientras las horas transcurren.
Unos días antes de mi examen, el Dr. J.J. Sánchez, uno de mis sinodales, me decía --más bien me exigía-- que renunciara ya a mi actual puesto porque, palabras más palabras menos, ya no corresponde a lo que un Maestro debe tener. De acuerdo. ¿Quién puede estar en contra de la evolución? El punto es que si lo que me pide fuese acequible con facilidad ya no estaría aquí desde hace tiempo y, sobre todo, no sólo por sus palabras, sino porque es algo que yo mismo me digo de vez en vez.
Entre la gente existe un mito muy común que cuestiona cursar posgrados frente a la utilidad pragmática de este hecho. La creencia de que muchos taxistas traen sus títulos de doctores en economía o en ingeniería nuclear debajo de sus tarjetones de circulación suele inhibir los deseos de algunos jóvenes por seguir en las aulas. Claro, la realidad también se encarga de poner de su parte en este tema. Al respecto, otro mito popular muy socorrido es el que señala que los estudiantes de seis y sietes en el pasado son los millonarios, mientras que los de nueves y dieces son los asalariados del presente es --lamentablemente-- cierto.
Veo mi CV y me digo, no se vería nada mal aquí un grado con el respaldo de alguna universidad extranjera. ¿Muchas pretenciones? Es posible. ¿Esnobismo? Quizás. Pero mientras se pueda intentarlo, ¿por qué no?
3 Comments:
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Carlos Chavez Barajas (aka Arjoneinstein, aka mi cuate del poli) a sus 28 años ya es doctor en Física por la universidad de Liverpool, trabaja en no se qué cosa en una universidad de San Francisco. Usa bicicleta como medio de transporte en la ciudad y rentará un carro para manejar desde el gabacho a México para pasar aquí Navidad. Nos vamos a ir a Playa Paraiso en año nuevo.
Hay cosas que el dinero puede comprar. Hay cosas que no.
Avísame para ir a por las chelas cuando pasen por el DF.
Por cierto, ¿quién eliminó ese comentario?
Una vez un taxista me dijo que cómo no iban a ir mal las cosas en el país si lo dirigía un "médico" (el Dr. Zedillo). En su opinión, para ser Presidente hay que ser licenciado...
Oh, sí.
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