lunes, abril 02, 2007

Kraken (II)

Más comentarios de inicio de semana.

Según leo en El Universal, el aniversario de la Guerra de las Malvinas (o mejor dicho, de las Fauklands, porque no son argentinas, son británicas), también sirve para conmemorar el subidón del rock de dicho país sudamericano a las preferencias musicales del continente. Se supone que ante la ofensiva inglesa a principios de la década de 1980, el gobierno argentino de aquella época prohibió la difusión en la radio de cualquier cosa que viniera de La Pérfida Albión (los Stones, Queen, The Who, The Police, los que ya conocen, pues). De esta forma, el rock hecho en casa (de aquella casa, pues) tuvo un buen resorte para despegar. De ahí salieron grupos como Los Abuelos de la Nada, Sui Generis, et al, y sus subproductos como Fito, Charly, Calamaro, Soda y demás.

Bueno, algo rescatable, ¿no? Aunque también destacaría como resultado de aquel conflicto armado el inmenso gol que Maradona les hizo a los ingleses en el Azteca durante México 86, el otro inmenso gol que Owen les hizo a los albicelestes en Francia 98 y las memorables batallas que ambos equipos nos proporcionan cuando se encuentran en cualquier campo del planeta. ¡Gracias a los militares y a la Thatcher!

Y hablando del ex capitán de la selección de ese país, Diego Armando, se ha anunciado que padece hepatitis aguda. Eso sí ya está como más complicado. O le baja al chupe o como que si va a acelerar su paso al más allá. Ya imagino ese día, es decir cuando fallezca. Una época en la que toda la Argentina llorará con ese sentimiento desgarrador que viene profetizado en su música tradicional.

Este caso nos comprueba que los placeres mundanos de esta vida son los que te joden a la larga. ¿Por qué no mejor causa hepatitis la ingesta en proporciones elevadas de brócoli y queso panela, en lugar de que se obtenga a través de las generosas dosis de alcohol y comida que muchos, como el tipo en cuestión, solemos embucharnos de vez en vez?

Misterios de nuestro mundo patrocinados por El cebollita.

Esta semana hay asueto académico. Por fin. Unos días sin tener que ir hasta Acatlán. Aprovecharé para acercarme al cinema. Hay algunos filmes que quiero ver.

Por cierto, ahora que estoy como haciéndome chambritas mentales con el tiempo libre que se avecina, he recordado lo que la gente suele decir que hará cuando arriben sus vacaciones. En la Universidad el tema más comentado fue, escuchen bien, el siguiente: "Terminaré Mi Tesis" (así, con altas y bajas).

Colegas, sólo déjenme decir una cosa al respecto:

¡JA!

Falso. Durante los días de solaz no se "hacen" las tesis, mucho menos se "terminan". Igual puedes avanzar un poquito, pero es una verdadera falacia el creer que algunos días libres sirvan para dichos propósitos.

Una de mis estudiante que está recursando desde octavo me dijo el jueves pasado, con su mirada de pupilente azul chafita, Profesor, le voy a mandar mi proyecto de tesis para que lo cheque. Ah, mira, venga, le contesté. Y otro colega me respondió a la clásica pregunta de qué vas a hacer esta semana lo siguiente: voy a terminar mi tesis de maestría. Ah, mira, venga, le contesté.

Con la poquita autoridad moral que me da el hecho de haber ya pasado por dos tesis me atrevo a decir que tales objetivos son inconseguibles. ¿Por qué? Pues porque estos días no se prestan para el trabajo fecundo y creador. Así de simple. Bueno, no dudo que sí haya gente como bastante adicta a la investigación y a la cosa académica que hasta en los ascensores estén produciendo ideas y tal, pero nosotros, los mortales, solemos dedicarnos a la parsimonia cuando las condiciones escenográficas están dadas para dichos fines (como ahora, pues).

Además, estos días no abren ni las bibliotecas, ni las escuelas, ni las facultades ni nada. Así que, ese factor crítico de éxito que es la motivación por influencia no está presente.

Ahora, algo aún más importante. Si no han "hecho" o "terminado" sus tesis en no sé cuántos meses o años, ¿a poco creen que en cinco días la van a tener lista? Creo que este argumento sí está más sólido, ¿no?

En fin.

Ya lo dicen los políticos de la vieja guardia: los niños dicen lo que hacen, los viejos dicen lo que hicieron y los tontos dicen lo que van a hacer.

Y vio el burócrata que era bueno.