miércoles, junio 13, 2007

Archivo de casos reales

Por lo visto, el Ministerio no quiere darse por vencido muy fácil en eso de la censura. Hoy nos han vuelto a bloquear las páginas de los correos electrónicos comerciales. No todos, como se darán cuenta, porque aún quedan algunos que han logrado esquivar la guadaña. Nos reservaremos el nombre y la dirección de los mismos para no dar tentaciones a la gente de Tecnologías y tal.

Bueno, entremos en materia.

a. Hace unos días se realizó un operativo sorpresa en la populosa Plaza de Santo Domingo en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México. Este lugar --para los que nos leen desde el extranjero (hoy estoy optimista)-- es famoso porque ahí se pueden obtener copias, réplicas e imitaciones de casi cualquier documento oficial que se pueda uno imaginar.

Los que han visto la nota que han dado ayer y hoy en los telediarios lo podrán comprobar con facilidad: había títulos universitarios de instituciones públicas y privadas, recibos de nómina de todos los ministerios mexicanos, pases de abordar de las aerolíneas locales, recibos de pagos y facturas diversas pero, además --y para demostrar el poderío de nuestros coterráneos afincados en dicha demarcación-- también se encontraron archivos con tarjetas de identidad norteamericanas y canadienses, por mencionar algo breve.

¿Qué tal?

Es más, si algún día el E.T. necesitara comprobar su existencia sobre este planeta, no dudo que acudiría a la referida plaza para obtener algún documento probatorio de su lugar de origen (como el apostille de su título como MBA) con el fin de presentarlo ante cualquier gobierno representado en la Asamblea de las Naciones Unidas.

Ahora que ha sucedido esto pienso en D. Méndez. ¿Quién es este señor? El dueño de la imprenta donde varios hemos mandado a hacer nuestras tesis de licenciatura y posgrado, el cual está, claro, en uno de los pasillos del edificio central de Santo Domingo.

Además de hacer el trabajo bien y rápido (y no tan caro, sobre todo), el susodicho D. Méndez tiene una fama bien ganada de buenavibra con los encarguitos que suele confeccionar a petición de los interesados. Ahí están para comprobarlo la investigación de la hermana de mi colega Paco, también la de su esposa y las dos mías, las cuales obtuvieron su respectiva aprobación por parte del sínodo y, como plus, Mención Honorífica. Según Paco, lo que realmente sucede para explicar este fenómeno no es la calidad de los escritos que D. Méndez recibe y empasta. No. Se trata de que el propio honorable señor le mete mano a los textos con el fin de que queden presentables y sólidos en términos académicos. Es decir, que D. Méndez los lee, los corrige, los empasta y los deja listos para la gloria. Estoy de acuerdo.

Pero también pienso en toda la gente que ha ido a tramitar algo a Santo Domingo (me refiero a algo chueco), en especial a los que tienen que dejar nombre y fotografía en los archivos de los trabajadores de la clonación (no se me ha ocurrido llamarles de otra forma). Si lo que quiere hacer la policía es desarticular este negocio basado en el engaño, creo que no sólo debe ir en contra de los que lo realizan, sino de los que lo solicitan. Ergo, que el mercado existe porque hay consumidores.

En fin.

b. El segundo asunto en nuestra Agenda del Día es el tal Programa Especial contra la Obesidad (creo que así se llama) que el presidente Calderón ha anunciado hace poco con bombo y platillo. El punto está muy bien. Es decir, todos sabemos que el sobrepeso es uno de los factores de riesgo para cuestiones lamentables como la diabetes, el colesterol, los triglicéridos, el ácido úrico, la colestasis, el hígado grado, la hipertensión, la hipotensión, la hepatitis en sus diferentes variantes, la arteroesclerosis múltiple y etcétera (voy a estudiar medicina para montar un consultorio privado y ganar lo suficiente para atenderme en lugares dignos sin tener que depender del ISSSTE).

Sin embargo, lo que aquí me salta es una duda existencial y burocrática al mismo tiempo, ¿qué sucederá con el Dr. Agustín Carstens?

Es decir, el ministro de Hacienda creo que sería el primero en la mira de este nuevo Programa Especial, ya que el hombre es una muestra fehaciente de que la burocracia como que no es la más dada a estar sana en términos de peso y tal.

Es probable que el sobrepeso de Carstens no tenga que ver con la ingesta inmoderada de productos alimenticios ricos en grasas polisaturadas, sino por alguna degeneración de su sistema corporal (me gusta usar términos médicos). Pero de ahí a que cualquier persona que lo vea piense que se trata del ejemplo que el Gobierno Federal quiere dar a sus ciudadanos, lo veo como en chino (o mejor aún, lo veo como en el lenguaje que los propios funcionarios de Hacienda usan para explicar la deducción de impuestos a los contribuyentes cautivos).

Así que, ya lo saben colegas burócratas, a cuidar esa panza porque si seguimos a este ritmo es posible que pronto arribe alguna administración populista que nos obligue a venir a la oficina en bicla no una, sino cuatro veces al mes (saludos a los colegas del GDF).

c. Para finalizar, como les había comentado hace unas cuantas publicaciones, ayer les di a conocer las calificaciones finales a mis estudiantes de la Universidad. Hombre, qué cosa. Sólo puedo hacer un comentario breve: siempre, siempre, siempre los peores alumnos, los más flojos y los más abúlicos, son los más rijosos. Lo vi de estudiante y ahora lo compruebo como profesor. Espero ahondar sobre el tema después porque, por el momento, esto ha sido todo.

Saludos a los lectores desde la última trinchera libre de la tecnología en este Ministerio en el día de San Antonio de Padua.

PS. No olvidamos hacer alguna mención respecto al Servicio Profesional de Carrera de la Administración Pública Federal en próximas entregas.