miércoles, septiembre 19, 2007

No todo lo naco es chido

Como dicen Las Ultrasónicas en su nuevo disco Corazón rocker, no me gusta el nuevo orden mundial, pero qué güeva luchar por la paz… Exacto.

 

La aparición de la biografía de un narco colombiano ha levantado cierta controversia entre algunas estrellitas marineras de la farándula mexica. Que si Juanga, La Chilindrina, Chespirito y otros dechados de virtudes fueron a amenizar las pachangas que organizaban estos capos en sus mansiones suramericanas. La neta, también qué güeva. Es decir, pues si eso ya casi todo el mundo lo sabe. Existe cierto contubernio entre ambas clases sociales para darse mutuamente sus productos. Ni modo que un ídolo de barro naconal se niegue a tocarle en sus XV a la hija de El Mero Patrón o que no le ponga ambiente a su boda. Pues no. Entonces, ¿para qué nos espantamos?

 

Lo único que si causa como conmoción es el pésimo gusto de estos señores para escoger a sus diversiones. Si yo tuviera la plata y el poder de estos seres JAMÁS iba a andar contratando a La Banda El Recodo o a Gómez Bolaños para pasar un rato bonito. Me iría directo por los Stones y, además, yo diseñaría la lista de canciones que deberían tocar. Ya de mínimo a los Smashing Pumpinks o a las mismas Ultrasónicas (aunque en eso caso mejor compraba el Alicia con todo y la pobrediabliza que le da ese toque cotorrón a sus instalaciones para que en todas las tocadas que hubiera yo tuviera palco de honor asegurado y bien asegurado).

 

Otro asunto es el de los Fox apareciendo en la revista Quién enseñando su ranchito guanajuatense. Uta. También qué güeva. Los clásicos nuevos ricos de provincia, presumiendo sus propiedades art nacó y pensando que con eso ya son como los Rockefeller del barrio. Y luego sale el Sr. Korrodi a decir que eso es cinismo. Pues claro. Pero no el hecho de que estén instalados en esos terrenos del enriquecimiento totalmente explicable, sino también del bastante mediocre gustito que se cargan estos seres del Bajío para amueblar y para decorar sus aposentos. De seguro ahí tienen un perchero para colgar las bolitas Louis Vuitton piratas que suele comprar la ex infanta Cristina. Chale.

 

Esta publicación termina escuchando El rock de la Pájara Peggy del álbum referido al inicio.

 

¡Sí que sí!