El priísta correlón
Desde siempre nos mostró que le gustaba la carrera, tanto política como atlética. En los promocionales de su malograda campaña presidencial de 2006 se le podía mirar trotando con esa cara de determinación para solucionar de una buena vez y por todas los problemas del país. Ahí salía D. Roberto Madrazo, tabasqueño, ex presidente nacional del PRI, buscando la meta como quien ve en ese páramo la salvación del alma y del espíritu. Su mensaje era: síganme y verán cómo llegamos más rápido y más firme al desarrollo. Lo malo es que sólo unos cuantos ilusos le creyeron y, por eso, terminó en tercer lugar de la contienda.
Sin embargo, el gusto por andar a la carrera le ha quedado al señor. Tanto que, cuando ve la menor oportunidad, se lanza a competir entre kenianos famélicos y uno que otro espontáneo rechoncho. Así, hemos podido ser testigos de su participación en competiciones como el maratón de Campeche, o bien, en el de Berlín (para que nadie dude de su vena democrática e igualitaria).
Pero, al igual que en esa vieja fábula del sapo y el escorpión, en la cual éste pica al primero aún cuando le estaba haciendo un favor de vida, la naturaleza de D. Madrazo salió a flote en su periplo deportista reciente. El buen hombre pensó, bueno, ¿y para qué cansarse tanto corriendo si uno puede tomar un atajo y llegar más rápido (y menos sudado) a la meta? Entonces, se salió de la ruta, como que se hizo guaje un ratito y luego se reintegró feliz y contento para terminar el maratón de Berlín con un tiempo récord de 2 horas y 40 minutos, algo que ni los famélicos kenianos pueden realizar.
Un fotógrafo que vio a Madrazo llegar con chaqueta y sonriente pensó esto está muy raro. Entonces, vinieron algunos reclamos, investigaciones y, finalmente, el veredicto: Robertito había hecho trampa, no completó la ruta y les quiso tomar el pelo a todos.
El problema no es que lo haya intentado (a lo mejor así ha sido siempre en su vida, a lo mejor...), sino que se le ocurrió hacer su gracejada en... Berlín. Es decir, si sucede en el maratón de Ixtlahuaca ni quien se dé cuenta (y si se dan, uno se hace ojo de hormiga ante "el licenciado"). Pero, ¿en Alemania?, ¿en el primer mundo?, ¿en sociedades donde sí está mal visto ser chapucero? Ahí estuvo el error.
Hombre, qué lindura. La transa mexicana se sigue imponiendo allende nuestras fronteras. No por nada en suramérica le dicen mexicanada a cualquier cosa que huela o suene a corrupción. Y, además, ¿quién mejor que D. Roberto para enarbolar ese viejo uso y costumbre muy de lo nuestro? Una verdadera pena...
Si Madrazo hubiese ganado las elecciones, ahorita ya seríamos la segunda economía del mundo, hubiésemos ascendido al quinto lugar del índice de corrupción y, sobre todo, ya hubiera capacitado a los migrantes a llegar más rápido a Estados Unidos sin sudar ni cansarse.
La suerte está echada.
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