Del Perú, ¡¿ah?!
Perú siempre me había parecido un territorio inhóspito, lleno de contradicciones sociales, indígenas, unos cuantos oligarcas, una historia política convulsa, protagonizada por políticos bananeros y, en contraste, una población semi heroica que lucha a tope en el día a día rodeado de una gran riqueza natural. Algo como México, para acabar pronto.
Ahora que he estado leyendo Abril rojo de Santiago Roncagliolo (Punto de lectura, 2006) me han dado muchas más ganas de visitar este –al parecer—hermoso país. Más que Argentina, Chile o Uruguay, de Suramérica quiero conocer Perú.
Mis vínculos con este país son escasos, pero correosos. Mi asesor de la tesis de maestría es de nacionalidad peruana, aunque, si lo miras bien, no lo parecería. De ascendencia italiana y francesa, el buen Morgan llegó a México con pasaporte del Perú y estudios en La Sorbona. Cuando se casó fui con mi esposa a Cuernavaca y ahí pude encontrar a una vasta comunidad peruana llegada ex profeso para el aquelarre. Una cocinera negra preparó un poco de la gran comida de ese país. En mis clases de maestría estaba otro peruano, Joselito, quien había llegado de un barrio llamado Lurigancho (o algo así). Ambos con el acento de esas tierras, el cual suele rematar casi todas sus frases con una pregunta y exclamación al mismo tiempo: ¡¿ah!? En Madrid la persona con la que más platiqué fue con el camarero peruano del bar mexicano “El chaparrito”.
Mi esposa ha estado en Lima en varias ocasiones. De ahí hemos obtenido algunas artesanías que tienen que ver con las figuras de Nasca, suéteres de alpaca, algo de joyería de plata, prendas de las maquiladoras instaladas en la región y, claro, varias botellas de Inca Cola. Esta bebida la había conocido por un texto que apareció en Letras Libres. Cuando la tuve en mis manos me pareció un refresco normal, algo así como un Titán o un Escuis de Veracruz. Sin embargo, después de probarla me he hecho como aficionado a su sabor de chicle. Por esta razón, cada regreso del Perú debe coronarse con una suficiente dosis de la Inca para guardarse en la nevera.
Me parece que ahora ese país solicita visa a los mexicanos que deseen visitarlo. También me parece que esto se ha debido a que México exigió lo mismo antes. En fin. Reglas odiosas de las burocracias. Espero algún día poder pisar Lima y recorrer algunas de sus calles para comprobar que ambos países somos mendigos sentados sobre minas de oro.
1 Comments:
Otro dato curioso... Aunque los mercados mas grandes son Venezuela y Mexico, la Big Cola y todos sus refresos hermanos son Peruanos!
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