Del despido de Aristegui
Uno de los temas de hoy es el despido –o no renovación del contrato, como se le quiera ver—de Carmen Aristegui en el noticiario matutino de W Radio. Las opiniones giran alrededor de una posible censura por parte de uno o algunos actores políticos debido a que dicho espacio se había convertido en algo incómodo a sus intereses. Aunque en menor cantidad, otros también alegan que se ha tratado de estrategias comerciales que han tenido que ver con los reajustes de directivas en las empresas que controlan la estación.
Sin embargo, la mayoría nos vamos por la primera opción. ¿Cómo explicar que un noticiario rentable en términos de audiencia y comercialización sea sacado del aire así nada más? Si hay dioses menores a los que adoren los empresarios son precisamente a esos dos. Entonces, más bien ha tenido que ver con asuntos políticos, entendidos como la presencia de intereses en conflicto.
Yo seguí a Aristegui en su espacio durante muchas mañanas. A últimas fechas la había jubilado porque, de manera invariable, cuando encendía la radio siempre estaba tratando los mismos temas. Además, las mesas de análisis que montaba –bastante buenas, por cierto—comenzaban después de que había salido de casa y en ocasiones podía escucharlas con los taxistas.
Este despido ha causado mucha indignación. Pero, ¿qué se puede hacer? Es decir, si lo vemos fríamente, los directivos y dueños de W Radio han ejercido su derecho: si alguien no cubre sus expectativas como empleado, pueden rescindirle el contrato y punto. Así es la iniciativa privada. Claro, está la cuestión de que se trata de un medio de comunicación y de que sus problemas se ventilan ante todos. De acuerdo, ¿y luego? Ayer leía que varias organizaciones aventaron huevos al edificio donde se ubica la emisora. ¿Qué más puede pasar? Aunque no se trate de lo mismo, esta historia ya la hemos visto con otras desapariciones del cuadrante: sucedió con La Pantera, con Rock 101, con Radioactivo. Los radioescuchas se inconformaron, montaron marchas y se quejaron en otros espacios. Realmente no pasó mucho después.
También ayer leía que una comisión de la Cámara de Diputados se ha ofrecido a escuchar a Aristegui sobre el asunto. Me parece que ahí hay un espacio que habría que aprovechar. No para recuperar el sitio, sino para ventilar de manera pública lo que ocurre en los medios nacionales. Si se ha tratado de un acto de censura, por lo menos saber quiénes lo han motivado y patrocinado. No pienso en un supuesto “castigo”, pero sí en que la ciudadanía sepa al menos algo que podría haber sido la verdadera razón de los hechos.
No dudo que Aristegui logre un nuevo espacio en breve. Gutiérrez Vivó está por volver a la televisión, por ejemplo, al igual que en su momento sucedió con Solórzano, Zabludovsky, López Dóriga y otros. Sin embargo, es necesario saber qué ha pasado por dentro, sobre todo en esos medios mexicanos que se suelen presentar como paladines de la democracia pero, al igual que muchos otros, su grito de guerra consiste en decir que están ahí para defenderla, pero no para ejercerla.
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