domingo, enero 06, 2008

Fin del asueto

Si la tarde del miércoles 19 de diciembre de 2007 parecía interminable, la tarde del domingo 6 de enero de 2008 lo desmiente. Hoy concluye el parón navideño de actividades y mañana regresaremos a la rutina laboral y académica. Atrás han quedado más de 15 días de asueto en los que quisimos hacer todo y nada al mismo tiempo.

Estas vacaciones tienen un saldo favorable. No por un amplio margen, pero sí suficiente para estar de nuestro lado. Estuve en casa plácidamente, fui a mi casa del pueblo e hice algunos arreglos, viajé por carretera, conviví con la familia de mi esposa en Navidad, leí algunas cosas, comí bastante y no bebí ni fumé absolutamente nada. También estuve con mis colegas más antiguos y, en general, puedo decir que me la pasé bien.

El clima fue benévolo, aunque en la última semana el frío sí se sintió de manera respetable aquí en la ciudad y, sobre todo, en el pueblo. Apenas el jueves me tocó ver paisajes nevados --es en serio-- en la carretera federal 130. Desacostumbrados como estamos los mexicas a tener esta escenografía, muchos corrieron ataviados con sus prendas de la temporada a maquilar muñecos de nieve (tal y como lo vieron en la tv) y a tomarse la respectiva instantánea para tener una prueba de la nevada de 2008, la primera en muchos años. Al respecto, la última vez que había visto nieve por mi región había sido en diciembre de 1989.

¿Qué más puedo decir en esta tarde melancólica por añadidura? Pues nada, que mañana vuelve la realidad. Quizás es mejor así, hasta la belleza cansa, como ha dicho el buen Manuel Alejandro en voz de José José.

Lo que sí puedo afirmar es que espero fervientemente que este 2008 sea mucho mejor que su antecesor. Hemos superado la prueba que nos impuso 2007 y es justo que el porvenir pinte mejor. Aunque, según lo que leo por todos los medios, la cosa pinta difícil: entre la recesión económica de Estados Unidos, la subida de precios en México por el gasolinazo y la ya tradicional e incombustible amenaza de crisis, no queda más que ser mesurados y discretos con las esperanzas y los buenos deseos.

En fin. Aquí termina otro ciclo de nuestras existencias para dar pie a uno nuevo. A plantarle cara.