Meter cuarta
Muchos temas se acumulan en la agenda de esta burobitácora virtual, pero los compromisos laborales se imponen y el tiempo se convierte en un bien escaso. Sin embargo, aquí vamos.
Primero, por alguna u otra razón me ha tocado estar en las mesas de análisis que se han montado por el debate universitario sobre la reforma energética. La idea es que la Universidad Nacional contribuya a la discusión de este asunto fundamental para el país, mediante la convocatoria a sus mejores hombres y mujeres con la finalidad de dar argumentos que ayuden a tomar mejores decisiones.
Eso está muy bien. Sin embargo, en lo que me detendría es en el otro tipo de mesas que se han diseñado, las de las llamadas "ponencias libres". Ahí lo que me ha tocado ver, de manera mayoritaria, es una discusión --si se le puede llamar así-- que pasa más por el asunto ideológico y menos por la razón y la técnica. Es decir, se ha tratado de una versión revisitada de esos largos monólogos en los que se piensa con el puño levantado, en donde lo contrario a la posición que se dice defender es nefasto, en donde lo que importa es saber quién grita más fuerte para que se le otorgue la concesión de la verdad y donde la confusión y la verborrea son el hilo conceptual de las ponencias.
Algo que nos arroja como conclusión este tipo de ejercicio es que la gente que dice estar a favor de la iniciativa del presidente, o bien, que tiene argumentos para defender la necesidad de una reforma petrolera, es la más abúlica para participar en estos foros. Es decir, que aquellos que tienen un espíritu más politizado y más combativo --y a veces menos informado-- son los más entusiastas para presentarse en cuanto sitio se ofrezca para dar sus puntos de vista.
Hace poco leía en un diario nacional que, si se montara una especie de marcador entre aquellos que están a favor y en contra de la iniciativa presidencial, los primeros irían ganando por goliza. ¡Pues cómo no! Si los segundos son aquellos a los que les da más flojera saltar al terreno de la acción y son los mismos que creen que con el sólo peso de su camiseta van a ganar el encuentro sin tener que ensuciarse ni meter las manos.
No estaría mal que los que están a favor de un cambio en Pemex se metan al ruedo para defender lo que creen que es necesario. Aprendan de sus contrapartes: no les da ningún remordimiento andar diciendo una sarta de cosas que, muchas veces, sólo engrosan los capítulos de La Historia Universal de La Infamia. O como diría el ahora multicitado Andrés Bustamante, también conocido como "Ponchito": ¡no le saquen!
Bueno. Vayamos al segundo punto.
Se acerca el día en que todos los burócratas deberemos tomar una decisión respecto al régimen de pensión que nos acompañará hasta el final de nuestros días. En efecto, este es un tema que no pasa de largo en esta bitácora (aunque así lo parezca).
A día de hoy el plazo fatal es el 30 de junio. Algunos dicen que habrá prórroga hasta el mes de noviembre. Sin embargo, aún no se ha hecho ningún aviso oficial al respecto.
Aquí el asunto gira entre dos opciones: estar en un "sistema de reparto, parecido al anterior, pero con algunas modificaciones" (estoy usando la redacción de la publicidad del propio ISSSTE), o bien, estar en "un novedoso sistema de cuentas individuales".
¿Cuál es mejor? No lo sé. ¿Por qué no lo sé si soy burócrata y es algo que me afecta directamente? Pues porque cada caso es individual.
Yo diría que el régimen anterior es mejor, sin embargo, para algunos esto no será así. Me refiero a que inciden en la decisión correcta factores como la antigüedad, la edad, el salario, la perspectiva de futuro, el plan de vida en general. Además, siempre está el asunto de la verborrea que utiliza el Instituto para explicar uno y otro sistema, el cual deja a cualquiera que la consulta más confundido al final que al inicio.
Aquí lo recomendable sería ir a la página del ISSSTE, ingresar a la oficina virtual instalada ahí y hacer un ejercicio individualizado de proyección de pensión en ambos sistemas. Con estos datos cada quién sabrá qué hacer con su dinero y con su futuro.
El punto es que hay que informarse de esto ya (sea cualquiera el escenario, es decir si tenemos que decidir el próximo lunes o hasta el penúltimo mes de 2008).
Tercer tema. Vuelvo a la cuestión de la conducción. Ya he metido cuarta: el sábado pasado cogí el coche, junto con el instructor y mi esposa, y nos dirigimos a la carretera. En efecto, estuvimos on the road (como dirían tanto el mítico Jack Kerouac como el neo-icono Cormac McCarthy).
La idea era ir por aquí cerca para practicar, es decir Toluca o Cuernavaca, pero una vez aupados en el vehículo decidimos ir hasta el mismísimo pueblo poblano. Y pues sí, por primera vez el sedán pisó tierras conocidas y lo llevamos a dar la clásica vuelta a la Plaza Mayor del pueblo (los que me leen desde allá o que son oriundos de ahí sabrán perfectamente bien a lo que me estoy refiriendo). Un paseo obligado con todo y los Rolling Stones sonando con fuerza en las bocinas mientras pasaba junto a los portales y los paisanos, tanto que mi esposa volteó a mirarme con cara de bájale. En fin, es algo que debí haber hecho hace 16 años, pero que al final del día lo hice...
Cuarto y último. Un tema obligado: la Eurocopa. Vaya cosas hemos visto. Nunca pensé que los ibéricos le ganaran a los italianos pero, helos ahí, instalados en la semifinal contra la ex Unión Soviética. Hace un rato, en otro partido de alarido, la ingeniería alemana demostró --una vez más-- por qué está hecha de dos cosas: eficacia y eficiencia. Por algo compramos un coche diseñado en aquellas tierras. Deutschland ueber alles.
Estoy ilusionado en ver una final que me complacería con creces: Alemania versus ex Unión Soviética (y ahí sí que gane cualquiera). No habría un mejor escenario. Bueno, quizás sí: Alemania versus España con el resultado de los germanos campeones. Pero, para no padecer hasta el final, prefiero a la armada zarista contra la armada germana disputando el trofeo en Los Alpes el próximo 29 de junio.
Termino aquí por falta de aliento y vocabulario. Espero que pronto vengan tiempos más relajados para escribir.
Y si no, al tiempo.
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