jueves, julio 03, 2008

Más breves telegráficas

1.

El concierto que ofrecerá Madonna en la Ciudad de México --y que ha despertado verdaderos arranques de euforia y fervor entre la población de este país-- me provoca una inmensa y terrible flojera. Es decir, algunas de sus canciones me parecen decentes, pero de ahí a que la parroquia haga fila desde no sé cuántas noches antes y que pernocten a las afueras del Palacio del Deporte y de las tiendas propiedad de El Amo de los Boletos para apartar sus entradas..., siento que están rasgándose las vestiduras de manera excesiva.

Madonna es una artista de vanguardia, sin duda. Además, cada vez corroboro que está buscando integrarse --por cualquier medio-- a la categoría rolling stone, es decir la de una cantante a la que los años y el tiempo sólo la hagan fortalecerse y mitificarse. Sin embargo, sus espectáculos siempre me han dado la impresión de ser megalomaníacos y una extraña combinación de circo de tres pistas, bailable de Milton Gio (o como se escriba) y carnaval veracruzano.

2.

El asunto de la liberación de Ingrid Betancourt por parte del Ejército colombiano a las FARC también me provoca bastante flojera. Todos --o la mayoría-- de los medios de comunicación planetarios le han dedicado muchas páginas (impresas y electrónicas) al acto. Por supuesto, las interpretaciones hechas al alimón no se han hecho esperar: que si es un súper golpe de Uribe a la guerilla, que si atrás de todo ha estado la mano del imperialismo yanqui, que si el gran perdedor se llama Hugo, que si tal por cual.

No es por ser chovinista ni provinciano ni aguafiestas ni nada pero, colegas, aquí en México hay suficiente material violento y escabroso como para andar celebrando algo que ni nos va ni nos viene (al menos no tanto).

¿Por qué mejor no volteamos la vista hacia todos aquellos que se encuentran desaparecidos en la actualidad, ya sea por "levantones" o secuestros en el centro, sur y norte del país? La liberación de la Sra. Betancourt está muy bien. Claro. Pero, hombre, creo que la actitud mostrada por los medios nacionales nos coloca en la categoría de farola de la calle y oscuridad en nuestra propia casa.