Notas desde las aguas profundas
Estuve en uno de los debates sobre la reforma energética que montó la Universidad. Tomé algunas notas. Las comparto ahora.
A. Una señora (ama de casa) dijo haber salido decepcionada de algunos debates porque los ponentes apoyaron --o tuvieron algún dejo de simpatía-- con la iniciativa de reforma energética planteada por el Ejecutivo Federal al parlamento mexicano. Bajo ese argumento surge una duda: ¿el debate de la Universidad sólo debía entenderse como de apoyo a la oposición y, por lo tanto, no era correcto que hubiera precisamente eso que lo guiaba, es decir "debate"?B. Otra señora (también ama de casa) afirmó con pasión que "estamos en guerra", refiriéndose a los que apoyan y a los que no apoyan la iniciativa del presidente. También pidió que los recursos se fueran a esta misma causa (no especificó qué clase de recursos tenía en mente). Después dijo que no estamos en transición política, sino que vivimos un "fazismo" (así, con falta de ortografía sonora).
C. Los ponentes --o conferenciantes-- se olvidaron en algún momento de dar razones técnicas o argumentos razonados a favor o en contra porque se sintieron cobijados por un público dócil y totalmente a modo, es decir la mayoría estaba en contra de Calderón y, por obvias razones, a favor de conceptos y términos como nacionalismo, el pueblo es sabio y lopezobradorismo. Por lo tanto, se dedicaron a dar frases y a mantener actitudes sobre el presidium dirigidas a obtener el aplauso, la risa o la excitación de la parroquia (cosa que lograron a menudo).
D. El debate se convirtió, por lo tanto, en una especie de Club de Los Elogios Mutuos: el ponente decía "presidente espurio" y la comuna le respondía con aplausos de esos que enrojecen las palmas de las manos. El público le enviaba mensajes al ponente del tipo pero qué grande es, doctor, y él o ella respondían diciendo "presidente espurio" (y se repite el ciclo).
E. Para algunos el debate ha sido todo un éxito porque ha terminado en lo que quisieron o pensaron: una asamblea ideológica, sin adversarios y donde el aplauso, el grito, el sombrerazo y el comentario sentido con lágrima en la cornisa del ojo fueron los ejes rectores de las intervenciones (sobre todo del respetable). No posiciones contrarias o, al menos, divergentes. Nadie osaba plantear una idea, digamos, alternativa. Todos estaban en contra de la "privatización" y del "entreguismo". Y, bueno, si había alguno que no estuviera de acuerdo con esta posición, pues se cohibieron o dudaron de sus argumentos o, simplemente, no asistieron.
F. Al final la parroquia dejó entrever que este tipo de ejercicios deliberativos en un solo sentido --también llamados "monólogos"-- ya le gustó: anunciaron que quieren montar otros sobre temas diversos en un futuro próximo.
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