Parón laboral
Por fin llegó el día. El esperado 4 de julio de 2008. Cuando cogemos nuestras cosas y nos vamos todos a casa.
Jamás en mi vida laboral había experimentado un parón de tres semanas de duración. Mucho menos a mitad de año. Es extraño, pero forma parte de eso que suelen llamar "autonomía". La misma donde muchos se refugian para hacer lo que les plazca, o bien, la que otorga la libertad mínima para funcionar en el mundo de las ideas y las artes. Todo depende en cómo se quieran ver las cosas.
Vacaciones en medio de sequía futbolera, con lluvia interminable y con un alza sostenida de los precios en alimentos, servicios y demás. Por si fuera poco, los compromisos no acaban: reuniones y una que otra asistencia a actos que demandarán un esfuerzo notabilísimo de diplomacia para estar a tono. A veces me cuesta trabajo decir no. Así, simplemente no a secas. En fin.
Será buen tiempo para ir al cine y para leer lo que se acumula en el buró.
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