De exhibicionistas, bloguetariado y precaución

A raíz del incremento de los niveles de inseguridad en el país, muchas personas, incluidos académicos y comentaristas de medios, han señalado a las redes de información en internet como uno de los factores de riesgo. El punto, afirman, es que en ese tipo de plataformas --como Myspace, Hi5, Facebook, Sonico, et al-- cualquier persona accede a datos cruciales que otras han puesto de manera voluntaria. De esta forma, conocer la edad, las preferencias, la ubicación y, en ocasiones, hasta las rutas o los lugares que frecuenta la gente se ha convertido en algo relativamente fácil. Sobra decir que también en esos sitios todos los usuarios se suelen presentar como ricos, guapos, famosos y exitosos, ergo, sujetos a ser víctimas de la delincuencia.

Tal cuestión ya la habíamos tocado en esta bitácora tiempo atrás. De hecho, no sólo señalé que esto facilitaba la labor del crimen organizado, sino la del propio Estado, el cual ya no debía destinar a un agente a realizar marcaje personal a el o la subversiva en potencia, sino simple y llanamente disponer unas horas para surfear con cierta paciencia en internet a través de páginas y páginas que contienen datos de un catálogo variopinto de gente.

En fin.

Lo anterior lo menciono porque las bitácoras virtuales no son ajenas a este fenómeno. De hecho, creo que pueden alcanzar niveles de riesgo mucho más altos que las otras páginas mencionadas. En Blogger uno puede dar pormenores tanto del sexo, la edad, la ubicación, el estado civil, la religión, la fecha de nacimiento, la ciudad natal, los idiomas (tal y como sucede en las otras plataformas de intercambio y encuentro de amigos), pero también uno escribe de manera cotidiana sobre cualquier tema. Entonces, este ejercicio renueva y abre de forma permanente los rasgos del perfil del autor a través de sus opiniones y sus posiciones respecto a cualquier punto. Así, pues ya te enteras un día en un blog que perenganito se fue a vivir con su novia aunque la familia de éste la traiga atravesada en el esófago, que aquel ya está pensando en suicidarse porque no le publican puras primeras planas en su diario local, que fulanito acaba pelearse con su vecino y que continúa en su tratamiento para el reflujo... y así, múltiples y múltiples casos de chisme gratuito dentro del bloguetariado del mundo.

Esta bitácora ha tratado de ser sensible con los datos de sus autores en términos de no darlos a conocer a cabalidad. Lo anterior me ha generado algunos conflictos internos porque choca de manera directa con algo que me jode de sobremanera: escribir desde el anonimato. Sin embargo, a veces es necesario por la razón expuesta al principio y otras. Pero en aras de la transparencia y tal, el compromiso asumido en este sitio es que, cuando esta bitácora burocrática expire, por ahí del 18 de septiembre de 2009, pondré mis datos completos. Por lo pronto, seguiremos funcionando como hasta el día de hoy.

Casi olvidaba algo que también quiero poner en la agenda del día: la del otro riesgo de este tipo de sitios públicos en internet. Me refiero a la copia, al plagio, al agandalle de ideas ajenas, en una palabra, a la vulnerabilidad que implica dar a conocer algo que miles, millones de personas pueden hacer suyo sin que suceda absolutamente nada y sin que ninguna legislación te proteja.

Aquí en Blogger he visto que hay verdaderos portentos de la escritura, las ideas y el valor público. Los dichos, bromas y reflexiones de muchos autores en internet merecerían estar publicadas en papel frente a la caterva de premodernos que suelen poblar las páginas de diarios y revistas. Por supuesto, esto no sucede así. Sin embargo, el punto es que luego resulta que varias ideas que andan circulando por los blogs alguien más las presenta en el mundo real como si fuesen resultado de su puro y duro cerebro. Eso sí me jode de sobremanera.

Nadie es absolutamente original. Todos somos una mezcla de aquellas cosas que nos agradan, nos influyen y con las cuales nos identificamos. Pero de ahí a que uno ande con banderas de ser todo un creador cuando sólo se trata de un pobre imitador, entonces sí hay una enorme diferencia.

Entonces, además de ser una vitrina exhibicionista para contar las penas que generan más morbo que los éxitos, Blogger y, sobre todo, Flickr se han convertido en un extenso catálogo de creatividad donde los clásicos buitres gorrones se dan un festín día a día.

Veamos el segundo ejemplo: Flickr. En este sitio una cantidad impresionante de culturosos han dado rienda suelta a su dizque excelsa capacidad para captar momentos, colores y sensaciones a través de sus cámaras fotográficas hiper tecnologizadas. La dinámica de su funcionamiento suele consistir en un muchacho o muchacha equis, generalmente con la autoestima de artista incomprendido, que sale a tomar fotos a la calle, que luego las sube a su página y que minutos después recibe toda una avalancha de comentarios favorables por parte de amigos y visitantes. Expresiones el tipo amiguiiiiii, tu fotitooo te quedó hiperincreíbleeeee, eres lo máximo, besitos besitos besitossssss, son el pan nuestro de todos los días en Flickr (les recomiendo que entren, hay muchos casos de humor involuntario que les harán palidecer de pena ajena). Claro, lo anterior contrasta con lo que realmente piensan esos mismos culturositos zalameros que, ya en privado, sueltan el verdadero veneno en contra de aquel al que consideran más talentoso que ellos mismos.

Pero además de ejercer como este tipo de lavadero o baño público, de la plataforma Flickr muchas compañías, empresas y hasta el propio gobierno de la ciudad han cogido fotos para promocionar sus productos o campañas. Tal cual. Y ahí está mi colega César para comprobarlo. Una de sus fotos fue utilizada durante la vida útil de la pista de hielo que la administración de izquierdas montó el año pasado en la Plaza Mayor. Ah, y claro, también los comentarios que recibe en su página son todo amor y dulzura, pero... En fin.

Entonces, para redondear este texto de viernes, la pregunta obligada es, ¿qué hacer ante esta situación? Pues nada. Ser precavidos y seguir quien quiera continuar en este laberinto de vouyerismo, exhibicionismo gratuito y ejercicio de clase social bloguetariada, aún a riesgo de sufrir las consecuencias en carne propia.

Que como dice la Biblia, hay que sufrir para merecer...