lunes, septiembre 29, 2008

Retomando

Bueno, esa publicación semi-polémica sobre la conducción de las mujeres cuando llueve ya ha estado demasiado tiempo en la picota. Es tiempo de sustituirlo por algo más interesante (o al menos algo nuevo).

Hay un asunto que me ha estado dando vueltas en la cabeza en estos días: la puntualidad de algunas enfermedades para presentarse en oficinas públicas exclusivamente los días lunes y viernes.

En efecto, desde que estaba en el Ministerio me pude percatar que varios funcionarios públicos eran sujetos de esa rara tendencia a enfermarse sólo los lunes o los viernes de cada semana. Qué raro, ¿no? Es decir, se supone que los padecimientos tienen por regla general el azar y la mala fortuna, por lo que pueden aparecer los miércoles o los jueves, o bien, los sábados y los domingos. Bueno, pues algo tiene el funcionariado y sus respectivos templos que aquí uno sólo está vulnerable o bajo de defensas durante el último y el primer día de cada semana.

Recuerdo perfectamente cómo me gané la antipatía de una secretaria con la que tenía buena relación en el Ministerio cuando le hice notar esto mismo en su persona. Le dije, oye *****, ¿por qué siempre te enfermas los lunes y los viernes? Después de ponerse roja y de mirarme con furia bíblica, empezó a plantearme una lista de razones médicas para justificar sus ausencias en tales periodos. Por supuesto, no me convenció, pero lo que sí logré fue que me colocara hasta arriba en su muy personal lista de nefastos (todos tenemos una, se acepte o no).

Y así otros casos para ganar un día más de asueto. Enfermarse en lunes y viernes creo que es más común que alegar el fallecimiento de algún familiar lejano, la falta o carencia de agua o gas en domicilios particulares, o bien, el siempre citado --pero útil-- recurso de que se tuvo que realizar una escala en algún banco para hacer trámites.

Bueno, menciono todo esto porque, hombre, faltaba más, también se presenta el fenómeno en este campus de la cultura y el saber. Aquí también es muy común que los viernes --en mayor frecuencia que los lunes-- el funcionario o funcionaria en cuestión llame por teléfono para avisar que se puso malo/mala y que, por ende, nos privaremos de su presencia durante toda esa jornada laboral.

Vaya interesante objeto de estudio dentro de la administración pública: las enfermedades de funcionarios exclusivamente los viernes y los lunes. Creo que deberían realizarse algunas tesis para analizar este hecho, ya que afecta directamente no sólo la productividad y la eficiencia de las instituciones del Estado, sino porque nos muestra una nueva clase social: la de los enfermizos en momentos clave de la existencia.

¿Estaremos ante un replanteamiento de la semana laboral o de la seguridad social?