Día del Médico
Bueno, y en otros temas más terrenales, acabo de escuchar en la radio que los muchachos del escritorio ponen puntualmente todas las mañanas que hoy, 23 de octubre del Año del Señor 2008, se conmemora el Día del Médico. Por lo tanto, desde este buroblog que es analgésico y antitranspirante al mismo tiempo les enviamos nuestros parabienes a esta especie de la humanidad.
Y, para no variar, yo mismo he celebrado este acontecimiento desde el día de ayer con una visita a mi médico de cabecera. En efecto, mi descuido y mi relajamiento de la disciplina nutricional me han ocasionado un desperfecto --al parecer-- vinculado con el ácido úrico. Por lo tanto, he tenido que realizar una visita a los dominios de los galenos para diagnosticar el mal que aqueja a una de mis articulaciones.
Aaah. Los médicos..., esa extraña variante de los oficios que deben lidiar con los problemas de salud de la gente. Los mismos que deben mostrarse ecuánimes ante el sufrimiento, el dolor y la incertidumbre. Los mismos cuyo objeto de estudio y de trabajo es la vida y la muerte de las personas (nada más y nada menos).
Mi primer contacto con ellos fue desde pequeño, pero no porque fuese un chico enfermizo (de hecho, siempre fui bastante sano... hasta como los 27 años). Y digo que fue en mi infancia porque fue en esa etapa cuando veía a mis padres recurrir constantemente a ellos. Ahí pude tener mi primer experiencia respecto a sus personalidades: algunos son bastante humanitarios y sabios, pero otros pueden ser la verdadera encarnación de lo que en mexicano se conoce como hijos de la chingada.
Ahora mis vínculos se han convertido en algo más certero y confuso al mismo tiempo. Es decir, no confío en los médicos en general. Confío en los que me atienden, en mi médico de cabecera y en mi gastroenterólogo. Nada más. Si asisto con cualquier otro lo primero que me viene a la mente es preguntarme si tiene las capacidades, las destrezas y, sobre todo, la experiencia suficiente para dar un buen diagnóstico. Lo anterior creo que tiene mucho que ver con lo que me sucedió en abril-mayo de 2007, El Año Cabrón, donde por una mala medicación en el ISSSTE me pusieron fuera de combate debido a una hepatitis reactiva no especificada.
Sin embargo, reconozco el valor y la importancia de este gremio. Sin los médicos muchos no estaríamos aquí. Así de simple. Pienso en todas esas personas a las que han salvado en el último momento. Pienso en los comentarios que hacía el Dr. Cuanalo sobre sus intervenciones en la Sierra con gente de escasos recursos y enfermedades perfectamente controlables en sociedades más o menos modernas. Pienso en las series de televisión que tratan sobre hospitales generales, médicos, enfermeras y casos rarísimos de infecciones y tal.
Por lo tanto, gracias sinceras a todos los médicos que sienten vocación y responsabilidad por su profesión. En contraste, a todos los charlatanes y engreídos que pululan por el planeta usurpando el buen nombre de esta especie, en especial en las instituciones de salud públicas, mi total desprecio.
Afortunadamente, estos últimos son los menos...
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