jueves, febrero 05, 2009

Los millonarios de Cristo

Lo primero que pensé al leer la nota que daba cuenta de las aventuras sexuales del padre Marcial Maciel (la nota aquí), las cuales le dieron como resultado procrear una hija con una mujer, fue en todas esas señoras santurronas y golpeadoras de pecho del pueblo poblano que se asumen como ultras católicas provincianas.

¿Qué me dicen ahora, mis estimadas damas de la vela perpetua? ¿Cómo queda su fanatismo religioso ante las actuaciones de uno de sus principales estandartes? ¿Seguirán negando lo que es un secreto a voces dentro de la grey?

Yo también me asumo como católico, pero creo que no a esos grados de locura y cerrazón. Y menos con esa dizque ceguera que tienen algunos para querer tapar el sol con un dedo de todo lo que ocurre en esa institución. Hombre, pues se trata de humanos, de seres de carne y hueso, que tienen pasiones, filias y fobias, ¿para qué andar santificando a los que, como el tal Maciel, andan por la vida con una imagen de pulcritud y en lo oscurito le andan inyectando el semen a una mujer pagana (y peor aún, sin condón)?

En fin.