domingo, julio 26, 2009

Algunos saldos del veraneo

Casi olvido mencionar algunos puntos ocurridos durante este parón laboral de verano...

a. Los canadienses nos piden visa --y brava-- para ingresar a su territorio. La verdad, yo haría lo mismo. Es decir, si México no fuese un país del tercer mundo y se viese amenazado por una invasión masiva de centroamericanos, también consideraría endurecer las medidas de seguridad para acceder a nuestro territorio, sobre todo si ésta se plantea bajo la modalidad de "asilo". Aceptémoslo: México es racista/fascista de closet. Nos asustamos de este tipo de medidas porque aplicamos aquello de "no hacer a otros lo que no quieras para ti", pero ya quisiera ver que varios miles de centroamericanos o caribeños nos estuviesen solicitando nacionalidades a granel... Nos saldría el pequeño Salvador Borrego que todos llevamos dentro. En fin. Me da un poco de pena porque Canadá sí era uno de esos sitios que me hubiese gustado conocer cualquier día de estos.

b. Recorte presupuestal por 50 mil millones de pesos anunciado por el Ministerio de Hacienda. Los objetivos son, claro, gasto corriente, comunicación social, educación, un poco de la inversión sustantiva. A temblar todos. Me imagino el escenario: cero contrataciones, reducción de plantilla de personal, congelamiento de plazas disponibles, cancelación de los concursos de ingreso por servicio civil de carrera, reciclaje de artículos de oficina y, en especial, paranoia laboral, la clásica incertidumbre de no saber si continuarás en tu puesto o serás echado al mediodía. Al menos dejaron este anuncio para después de los comicios del 5 de julio (siempre suceden cosas raras cuando uno se ausenta de la oficina).

c. Algunos dirán que la frase de Gómez Mont, actual Ministro del Interior mexicano, en la que retó al crimen organizado a enfrentarse directamente con el Estado desorganizado, ha sido una bravuconada innecesaria y peligrosa. Quizás. Pero también tiene algo de razón: el hecho de exentar a la ciudadanía de esta guerra civil que se desarrolla en 17 de las 32 entidades federativas a día de hoy. Gómez Mont tiene personalidad, al menos no es tan tibio como Santiago Creel ni tan intrascendente como Ramírez Acuña. Qué tiempos aquellos de D. Fernando Gutiérrez Barrios, de D. Patrocinio González Garrido, dirán algunos priístas trasnochados. Ni modo, ser Ministro del Interior implica necesariamente mancharse las manos y el overol...

d. Una buena nueva: el diario Reforma ha sacado su aplicación para iPhone en la que ya se puede acceder a sus contenidos de manera gratuita. Perfecto. Ya por fin volveré a leer a Carlos Elizondo, a Lorenzo Meyer (aunque cada vez está más debrayado por el Mesías Tropical López Obrador), a Juan Villoro, un poco a Rafael Segovia y a Sergio Aguayo (otro ultra de la progresividad mexica, casi casi un aprendiz del juez español Baltazar Garzón de Mesoamérica). Bien por los yuppies de la Avenida Universidad.

e. Como decía en mi publicación anterior, parte de mi asueto lo gasté en un hotel español de Cabo San Lucas, BCS. Hotel gran turismo y tal y tal y tal. Es decir, se supone que bueno y de alto nivel. Tan bueno que casi todos los huéspedes eran extranjeros. Mucho norteamericano, mucho canadiense, mucho... ¡argentino! Y aquí tengo que decir algo: la verdad, sin ánimos de adoptar la pose de mártir ni de ponerme mi disfraz de resentidazo social de tiempo completo y horas extras, el trato a los habitantes del Altiplano no es el mismo del que dedican a los del hemisferio norte. Extranjeros en nuestra propia tierra, para acabar pronto. Debo aclarar que, aunque no nos hicieron ninguna grosería o malaondez declarada, el trato no fue igual de cálido --por decir algo-- que el que tenían por los otros. En fin. Ya vendrán a la Ciudad de México... Por eso y otras cosas, ¡mil años más de centralismo en este país!

f. Quien encuentra un albañil confiable encuentra un tesoro. Parafraseo este lugarzaso común para dar a entender un poco el suplicio que representó terminar a tiempo la impermeabilización en el pueblo poblano. Primero había hecho trato con un tío que se presentó como un fregón del asunto. Cuando inició la faena con sus colegas me dije, bien, por fin unos profesionales jóvenes, honestos y decididos. Un voto de confianza en la juventud en éxtasis mexica. Sin embargo, después de varias horas de jornal no habían hecho gran cosa. Es más, lo que habían realizado bien se había ganado el adjetivo de porquería. Así las cosas tuve que darles las gracias. El punto después era dónde conseguir a unos nuevos maestros de la construcción (sobre todo para el asunto de limpiar la loza). Afortunadamente sí hubo quién tomara el trabajo y lo realizara a contra reloj. Con esto quiero decir que, si las señoras se quejan de que ya casi no hay famulas confiables, trabajadoras y honestas, nosotros podemos decir lo mismo de los albañiles, los mecánicos y los camareros en los bares...

g. Y hablando de bares y tal, he comenzado a beber a un ritmo --digamos-- decente, pero mi organismo ya me envió una señal de que le baje: la urticaria ha regresado con su estela de comezón, calor e incomodidad nocturna. No sé si esto se ha debido a mi ingesta de algunos alimentos prohibidos en la dieta hipoalergénica, o bien, a que el alcohol ha liberado histamina en mi torrente sanguíneo o a que ha inhibido el efecto del medicamento o ambas cosas a la vez. El caso es que he querido ir al frente en la batalla, pero algo me ha hecho retroceder. En fin.

h. México ha ganado la Copa Oro al derrotar por cinco goles a cero a Estados Unidos. Todos vueltos locos. Sólo hay que recordar que este equipo norteamericano no ha sido el mismo que disputó la final de la Confederaciones de 2009 contra Brasil. El verdadero triunfo para celebrar sería el del 12 de agosto en el Azteca.


Me parece que hay más cosas por comentar, pero por el momento es todo.