lunes, julio 27, 2009

Josep Lagares, empresario y paracaidista.

"Todos los empresarios deberían saltar en paracaídas".

VÍCTOR-M. AMELA

Tengo 45 años. Nací y vivo en Besalú. Soy director general de la empresa familiar Metalquimia, y soy ´paraca´. Estoy casado y tengo dos hijos, Jordi (5) y Maria (3). Nunca seré político, pero ayudaré a cualquier político a hacerlo bien. Soy creyente, católico practicante.

Cuántas veces ha saltado en paracaídas?

Más de cuatro mil.

¿Cómo empezó?

Hace quince años acompañé a un amigo que, deprimido por un revés sentimental, quería saltar...

Y acabó saltando usted también.

Yo no tenía ganas, pero me pincharon y subí a la avioneta. Y salté. ¡Y me cambió la vida!

¿En qué sentido?

Yo iba camino de ser una persona estresada, rígida, convencional... Saltar me infundió autoconfianza, seguridad, relativicé unas cosas y valoré otras... ¡Me abrió los ojos, vaya!

¿Con qué consecuencias?

Dejé a la novia con la que iba a casarme, vi que no estaba sinceramente enamorado. Y, como empresario, gané seguridad para dirigir, proyectar y comunicar.

¿Le faltaba confianza en sí mismo?

Mi padre me entregaba las riendas de la empresa familiar y yo me sentía muy inseguro... Eso cambió desde que empecé a saltar en paracaídas: ¡de ahí he extraído enseñanzas que aplico a la gestión empresarial!

¿El paracaídas ha sido su maestro?

Entendí que la mente es como un paracaídas: sólo es útil si está abierta. ¡El espíritu sólo te salva si lo abres!

Bonita analogía...

Hay otras: en los saltos en formación, cada individualidad es responsable del éxito del grupo. ¡Igual que en una empresa familiar!

¿Qué son los saltos en formación?

Saltos grupales para componer figuras en el aire durante la caída libre. Participé en Arizona en el primer 300-way, reto que se consideraba imposible: ¡300 paracaidistas formamos una telaraña humana en el aire en caída libre a 200 km/ h!

¿Qué sintió?

Un gran gozo. Y luego comprendes: ¡todo es posible si crees que lo es! Y que personas que ni se conocían antes, si persiguen un objetivo común, lo alcanzan.

¿Fue ese 300-way un récord mundial?

Sí..., hasta que ha sido batido: ya se ha logrado un 400-way. Del que me siento padre de algún modo, pues soy de los 300 que abrimos el camino. Y sé que otros alcanzarán el 500-way en los próximos años.

¿Es otra enseñanza para la empresa?

Claro: si fijas valores y pautas firmes, tus nietos y bisnietos podrán seguir ese camino.

¿No es peligroso tirarse en paracaídas?

¡Corro más peligro conduciendo cada día entre Besalú y Girona!

¿No hay accidentes al caer?

Puedes chocar con otro paracaidista, puedes quedar inconsciente, enredarse dos paracaídas, abrir el tuyo demasiado tarde...

Qué miedo.

Entonces, "relax, focus and flow" (relájate, focaliza y fluye): es la máxima paraca ante los problemas. La apliqué en un salto de ensayo del 300-way, desde 7.000 metros de altitud y a -35 º C, cuando la visera de mi casco se enteló y caía a 200 km/ h sin ver nada...

...

O abría el paracaídas a tanta altura, o seguía cayendo con grave riesgo de chocar con otro paracaidista (u otro avión), ome arrancaba la visera... a riesgo de quedarme ciego.

¿Y qué hizo?

Cerré los ojos, me arranqué la visera y los abrí apenas una rendija. Y pude llegar bien.

¿Qué velocidad alcanza un cuerpo humano en caída libre?

El récord está en 550 km/ h, bajando en un picado como un clavadista.

¿A qué altura del suelo conviene abrir el paracaídas?

Desde 1.100 a 750 metros del suelo.

¿Y se abre siempre?

Una vez no revisé bien la mochila del paracaídas y no accedía a la anilla... Pero si no se abre el primero, puedes abrir un segundo paracaídas. Y aún hay un tercero, conectado a un altímetro que lo abre automáticamente a 225 metros del suelo... Y salvado.

¡Ay, por los pelos!

No tema. Es una maravilla, yen tándem pueden saltar ancianos, niños... ¡Y el salto en paracaídas puede hasta ser terapéutico!

¿En qué casos?

Yo salté con una amiga anoréxica: ganó tal autoestima que hoy está bien. Y con la fundación El Somriure dels Nens hacemos saltos con niños con cáncer. La quimioterapia luego les funciona mejor: se sienten animosos, poderosos para afrontar lo que sea.

Pero primero hay que querer saltar...

Animo a todo el mundo. Los directivos de mi empresa tienen incluido en su curso de formación el salto en paracaídas. ¡Todos los empresarios de Catalunya deberían saltar!

¿Acabaríamos así con la crisis?

¡Ganaríamos autoconfianza, eso seguro!

Yo no sé si me atrevería...

¿Padeces del corazón? ¿Sinusitis? ¿Has comido en las dos últimas horas? ¿No? ¡Perfecto, nada te impide subir y saltar! ¿Subimos?

No sé si me ha convencido…

Estás en Empuriabrava, uno de los mejores enclaves del mundo para saltar en paracaídas. Saltarás en tándem con un instructor, abrirás los brazos, ¡y volarás! Verás a tus pies el golfo de Roses, el mar, el cap de Creus, medio Empordà...

Tengo familia...

Te gustará tanto que querrás volver y repetir con ellos. ¡Vamos, vamos allá arriba...!

¿A qué altura estamos subiendo?

A 4.000 metros de altura... Ya estamos. Puerta abierta. ¿Qué te pasa, Víctor? Deja el miedo, confía: respira, relájate y fluye. Nunca estarás más cerca de Dios. ¡Vuela!



A volar...

Caigo a plomo y miro al suelo que se acerca. Voy prendido con arnés a Laurent, instructor paracaidista del aeródromo de Empuriabrava (skydiveempuriabrava. com), y cae junto a mí Josep Lagares, culpable de este salto al vacío de La Contra.Lagares me ha retado a entrevistarle con vuelo incluido, para que yo entienda lo que cuenta en Pla de vol (Magrana) / Plan de vuelo (RBA), novela escrita junto a Martí Gironell (periodista y amigo suyo) y Josep Tàpies (titular de la cátedra de empresa familiar en Iese), sobre cómo contribuye saltar en paracaídas al éxito de una empresa familiar. Agradezco a Lagares (joseplagares. com) el salto: diría que mi familia me mira con más respeto... Repetiré.