lunes, agosto 30, 2004

Se acabaron las olimpiadas

¿Y ahora que haremos en la oficina? ¿Que veremos a la hora de la comida y en la noche cuando lleguemos a nuestros hogares?

Para aquellos que se quejaban de lo mediocre de nuestra delegación y de las transmisiones, espérense a ver la barra de programas de las televisoras ¡Esa sí es mediocridad! Nuestros cómicos haciendo el ridículo en Atenas y nuestros reporteros haciéndose aprehender por violar las leyes, realmente eran el dream team de nuestros artistas. Si no vean a los reporteros haciendo su nota sobre la niña que se disparó con la pistola de su papá o el choque entre Tlapan y Río Churubusco, o los cómicos de segunda mano como Carlitos Espejel, en su nuevo programa, (si los hubieran mandado a las Europas ya estarían purgando cadena perpetua).

Si estaban tristes porque no ganamos la prueba del Maratón o de marcha, entonces no estuvieron en el Zócalo. Deberían incluir las marchas como prueba olímpica, ahí si romperíamos records (en el mismo trimestre ya llevamos dos marchas mutitudinarias) y a más de uno se le saldrían las lágrimas de pejelagarto como a AMLO, además la delegación mexicana sería impresionante.

Pero bueno, no nos pongamos sentimentales y optemos por la conformidad ante el pobre espectáculo que depara : el martes, los Pumas en el Bernabeu (no nos fallen muchaches); el primero, péguele la cola al burro, en el Congreso; el jueves empieza en forma el circo en la Cámara de Diputados con tiro al peje (otra disciplina paraolimpica). Y de ahí pa delante el handicap presidencial, en versión lucha libre sin límite de tiempo. Puro sano esparcimiento.