jueves, agosto 26, 2004

La mañana del jueves 26 de agosto de 2004 en época de Juegos Olímpicos. La gente lee los diarios de hoy con la foto de Belém en todo lo alto. Anoche vimos por la televisión mil y una historias destinadas a sacarnos las de cocodrilo enfatizando el humilde origen de la subcampeona olímpica allá por los rumbos de Neza York. Miles de regalos para una mujer que por poco y no competía a falta de su materia prima de trabajo: una bicicleta decente. Las televisoras nacionales se pelean y se lanzan acusaciones mutuas sobre las exclusividades y la mala leche que muestran a la hora de querer ser siempre las primeras en aras de los índices de audiencia (por cierto, ¿no es precisamente eso lo que critican de AMLO y Fox?, es decir, ¿el no ponerse de acuerdo y estarse tirando acusaciones cual críos de primaria enfrente de sus compañeritos?). Las mujeres mexicas tienen ahora más argumentos para echarnos en cara que son un gremio olvidado, mancillado y humillado, pero cumplidor gracias a las heroínas Guevara y Guerrero.

Sin embargo, y qué bueno, hoy se ha ido despejando poco a poco el negrísimo panorama del deporte nacional. Esas chicas ya nos dieron dos medallas de plata (la de Ana Guevara con sabor a se-pudo-hacer más y la de Belém Guerrero con tintes épicos) y, hace unos minutos, Óscar Salazar ha asegurado la plata en tae kwan do, pero combatirá por el oro contra algún oriental con pinta de personaje de Kill Bill Vol. II. ¡Aguante Salazar!

La sonrisa vuelve a nuestros mexicanísimos rostros. Algunos atletas nos están refutando casi al final de las competiciones los argumentos que sistemáticamente hemos repetido sobre nuestra triste condición imperecedera de raza perdedora por naturaleza. Claro, no somos una potencia, pero de ahí a quedar por debajo de Eritrea o Venezuela, por lo menos, ya no... por lo menos en esta edición.

Los burócratas que componemos este colectivo bloguero hasta hemos pensado en inscribirnos en la edición anual del Medio Maratón de los Trabajadores, organizado por la CTM, en su próxima edición, sólo para conocer en carne propia qué se siente estar tan lejos y tan cerca de la gloria. Mientras ese día llega, seguiremos preparándonos bajo la mirada impenetrable de nuestro más grande entrenador, el único que nos hace correr y esforzarnos todos los días para vencer nuestros tiempos: El Reloj Checador.

Más información en unos momentos...

Sexacional de Burócratas Deportistas