viernes, enero 07, 2005

Desenmascaramientos

Aquí lo hemos sostenido: uno de los más grandes errores de la actual administración, encabezada por Vicente Fox, ha sido no ajustar cuentas con el pasado, es decir con el PRI.

En efecto, el actual Ejecutivo Federal falló a su promesa de "sacar" al PRI del poder. Quizá lo hizo físicamente de la Residencia Oficial de Los Pinos, pero no del juego y el ejercicio real del mismo. Ese partido opera, maneja, impone condiciones, fija la agenda y, en un grado extremo, reta a cualquiera a desafiar su inminente fuerza. El origen de esto puede ubicarse en el periodo de gracia --en momentos al ímpetu de querer "co-gobernar"-- otorgado a ese instituto político por parte de la actual clase política, lo cual le ha dejado suficiente margen para mantenerse vivo y en condiciones de retomar el poder y la fuerza de antaño.

Para usar una metáfora mala, este hecho recuerda lo sucedido en diversos filmes de acción: luego de una lucha sanguinaria y pasada por el sufrimiento y el dolor, el personaje bondadoso ha derrotado a su contraparte maligna. Este último se halla derrumbado en el suelo. Suplica perdón a su sometedor. Los recuerdos de sus acciones hacen dudar en que se le pueda absolver. Sin embargo, al final el bueno no lo aniquila por completo. Lo perdona quizás por un sentimiento de piedad propio de su naturaleza bondadosa o por simple ingenuidad. El héroe que ha acabado con el reinado del mal se levanta, da la media vuelta y se dirige a reflexionar sobre lo ocurrido. No toma conciencia de lo que significó tener al enemigo ahí, a su merced. Cree demasiado en la redención, en la máxima que afirma que todos pueden cambiar. Después de unos pasos, siente algo caliente en la espalda: ha recibido una cuchillada trapera de aquel al que pensó derrotado, humillado y, sobre todo, redimido.

Con sus respectivas distancias, algo parecido está ocurriendo en el escenario político nacional. Al inicio del sexenio el PRI estaba más que vapuleado y vilipendiado en la opinión pública. Los recuerdos de sus acciones por más de siete décadas permeaban la evaluación que se hacía a su historial. Los miembros de ese partido se replegaron y, milagrosamente, no sufrieron escisiones por la misma lógica que rige sus actos: un equilibrio perverso que impide que unos delaten a otros, ya que esto significaría la caída en tropel de la mayoría.

Sin embargo, lejos de dar el último empujón a este partido, el actual gobierno intentó tender una mano y compartir la responsabilidad de tomar decisiones impopulares. El afán de Fox por querer ser siempre un Ejecutivo con buenos niveles de aceptación, de estar arriba en las encuestas, de creer que con el sólo de haber llegado al poder cambiaría radicalmente las cosas, lo orilló a no dar el puyazo definitivo que, lejos de representar una venganza visceral, hubiese representado un gran avance en términos de cultura política y fortalecimiento del régimen de partidos en el país.

Son memorables las escenas de Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo saliendo de reuniones en Los Pinos, en las cuales Vicente Fox casi imploró su ayuda explícita. El poder de facto del PRI lo justificaba, pero no lo explicaba: ese partido controla aún el Congreso, la mayoría de las gubernaturas y las alcaldías. Sin embargo, en eso radicaba precisamente el reto de los actuales operadores políticos panistas, es decir en ir desmantelando toda esa red basada en corporativismo, cultura política súbdito y prebendas, con el fin de dar paso a una nueva forma de hacer política y ejercer el servicio público.

¿Y qué ha sucedido? Pues nada, que ante la ingenuidad de esta administración de creer que Madrazo y los suyos contribuirían a sacar al país adelante bajo la visión panista, los han dejado sobrevivir, reagruparse, tomar fuerza y, como consecuencia, lanzar una afrenta directa a aquellos que les perdonaron la existencia.

Para muestra está lo siguiente:

"Es la hora de alzar la voz y desenmascarar la mentira y el engaño al pueblo de México de parte de Vicente Fox".

Lo anterior ha sido pronunciado por el actual presidente del CEN del PRI, Roberto Madrazo, durante un acto de campesinos miembros de la Confederación Nacional Campesina (CNC).

Más claro no puede estar.

Sería una lástima que los actuales hombres apoltronados en las dependencias federales sigan creyendo que su principal enemigo es Andrés Manuel López Obrador.

Si no, vuelvan a leer la declaración de Madrazo, el más fuerte candidato a ocupar la Presidencia en el 2006.

Dudamos que él, a diferencia del actual Ejecutivo, tenga esa naturaleza bondadosa de héroe cinematográfico.