La fila de los parados
Ayer estando por abordar mi democrático pesero recordé que hace poco salió del aire un spot gubernamental donde se hacía referencia al respeto, trataba de crear conciencia sobre un hecho tan simple como respetar la fila para abordar el microbus (como si fuera una metáfora de nuestra paupérrima democracia de clases medias disminuídas y mayorías lumpenizadas). La escena tenía lugar al parecer en un paradero de Indios Verdes y concluía con una frase jalada: el que no lo hace nos está faltando al respeto.
El creativo seguramente se rompió la cabeza para desentrañar la moralina que encierra la psique de su cliente. El mensaje es simple: yo respeto la ley porque hay que respetarla (sin importar si es justa o presumiendo que instrínsecamente lo es para la mejor convivencia), ese es el discurso de nuestras autoridades y de la mayoría de los que enarbolan la bandera de la defensa del derecho. Sin embargo siempre hay un demonio que nos hace dudar ¿Y si no fuera cierto?
Hans Kelsen (los estudiantes de primer semestre de derecho lo conocen) ya se preguntaba sobre la certeza de este silogismo y creó la teoría pura del Derecho y del Estado, según la cual ninguno de los dos elementos puede existir sin el otro. Kelsen era un tipo bien intencionado (de buena familia como muchos de nuestros funcionarios panistas), pertenecía a la burquesía acomodada y era un catedrático de una de las universidades más prestigiadas de la Alemania de 1930. No expondremos aquí su teoría, para ser simplistas diremos que sostenía lo que el spot foxista concluye: la ley positiva tiene que observarse, de lo contrario caeríamos en la ausencia del Estado y en consecuencia en el caos.
Lamentablemente su teoría fué utilizada en la Alemania Nazi para sostener la observancia de las leyes de segregación y otras normas positivas que tuvieron plena vigencia en ese periodo y que, claro, garantizaron la permanencia del Estado, hasta su caída forzada por los ejércitos aliados.
Pero no pretendemos ser teóricos del derecho, simplemente observamos nuestro entorno. Decía que me acordé del spot foxista porque, por lo menos en la base del pesero que suelo tomar cuando no traigo automovil (que es cási siempre) se ha consolidado un fenómeno: Como la mayoría sabe, todos tenemos prisa por abordar la micro, pero unos traen más prisa que otros quienes prefieren la comodidad. Resulta que la fila avanza hasta determinado momento cuando puede observarse que ya están ocupados todos los asientos, sin embargo el chofer se niega a partir y su asistente grita ¡Hay lugares, suba, suba! entonces a la puerta del micro se empieza a formar una fila secundaria, la que va subiendo al micro sabiendo que se irá todo el camino parada y atiborrada en el pasillo, y hasta que se encuentra lleno al tope el micro inicia dificultosamente su marcha.
De la primera y original fila nadie reclama la formación de la, digamos, fila alterna, y los que forman esa fila secundaria esperan a que avance la primera sabedores de que su turno comienza hasta que los asientos esten ocupados, incluso hay una pasusa de espera mientras los de la primera fila deciden dejar de abordar.
Entonces yo simplemente me pregunto ¿las leyes son para obedecerlas ciegamente o éstas deben adaptarse a los cambios sociales? ¿que pasaría si sucediera esto en el spot panista? ¿harían una mesa de diálogo o someterían a los de la segunda fila haciéndoles ver que la ley es la ley y hay que obedecerla? ¿podrán algún día nuestros legisladores ir al paso de los avances sociales o seguiremos siendo clientela electoral? ¿este fenómeno es participación ciudadana, son habilidades y destrezas democráticas o suceden simplemente porque así son las cosas? ¿la ley cambia o simpre será garante de la existencia del Estado sea lo que este signifique?
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