martes, marzo 15, 2005

Ultraderecha

Me sorprende la cantidad de artículos y de espacio que ha ocupado en los medios nacionales la subida al poder de Manuel Espino dentro del Partido Acción Nacional (PAN). Que si es de ultraderecha, que si fue parte de El Yunque (movimiento vinculado a esa práctica política), que si con esto los doctrinarios del partido han sido desplazado por los "pragmáticos".

Me parece que se está exagerando todo. En primer lugar, Espino ha usado la política que su mismo partido le permite para acceder al poder. ¿Que transó, negoció o prometió ciertas prebendas para llegar? Es posible, pero, ¿y no es eso también parte del ejercicio de la política? Ahora, que si representa a una corriente, también. Malo fuera que no tuviera una guía en sus actos. Si ha mostrado cierta malicia en la manera de comportarse con la finalidad de ganar una elección, es eso exactamente lo que le han criticado sistemáticamente a Fox y a su gabinete.

Pero antes de continuar debo dejar en claro que no pertenezco ni simpatizo con ese partido conservador. Sin embargo, ¿qué de raro tiene que represente a un sector de la población, retrógrada y reaccionario, sí, pero a fin de cuentas existente y real?

Es decir, si el PAN se está "ultraderechizando" es su problema. Así son ellos. Mochos, católicos hipócritas, persignados y demás adjetivos calificativos negativos. Pero, ¿y no lo han sido siempre? Lo peor que podrían hacer es vestirse con piel de oveja para ocultar el verdadero lobo reaccionario que quieren ser. Existen porque hay gente que le gusta esa posición y vota por ellos. ¿Quiénes? Pues ahí están los empresarios, la gente que vive en provincia, los ricos (para utilizar ese lenguaje que está de moda y que consiste en polarizar a la población). Hay un mercado para el PAN porque mucha gente quisiera ver a este país convertido en lo que pregonan, aunque no esté muy claro qué sea.

Ahora, también considero que aplicar el término "ultraderecha" le queda grande al PAN. Esa tendencia no lo refleja el comportamiento panista. Es decir, si fuesen de ultraderecha radical ya estarían organizando juventudes y cuadros para atacar. ¿A quiénes? A sus enemigos políticos, básicamente. Pero, el PAN, timorato como siempre ha sido, sólo le gustan las fachadas y los pegotes que los califican de tal o cual cosa cuando, en la práctica, siempre han querido ir a elecciones, perderlas y jugar el rol de oposición eterna (algo en lo que se parecen a los perredistas).

Ultraderecha la europea, por ejemplo. Ahí sí hay una ideología marcada sobre esta forma de pensamiento. Cierre de fronteras, alza en el apoyo al mercado interno, restricciones arancelarias, política abierta de rechazo a prácticas sexuales alternativas, a políticas de salud que fomenten el aborto y la eutanasia, en fin, toda una lista de actitudes que verdaderamente pueden denominarse como ultraderecha. ¿Qué tenemos en el PAN? Una siempre velada actitud de mojigatería que intenta presentarse en su versión democrática. Es decir, ni es una cosa ni la otra. Siempre tibio, siempre indeciso.

Manuel Espino podrá sacar sus fierros y amenazar y vociferar y bluffear. Habrá gente que le crea y que vote por sus candidatos. Sin embargo, no llegará lejos. El PAN está muy debilitado para las presidenciales del 2006 y para las locales en el Distrito Federal. Ni con la Sahagún podrá obtener alguna victoria importante en esos años. La lucha verdadera está entre el PRI y López Obrador, ni siquiera contra el PRD. Por supuesto, falta mucha agua que debe pasar por debajo del puente, pero, en este momento, así es como podría hacerse una lectura.

Es demasiado otorgarle tanta importancia a la nueva dirigencia del PAN. Es también un calificativo inmerecido decir que es de ultraderecha (inmerecido porque no lo cubre, no porque sea un honor ser llamado así). Si existen es porque hay gente que sí tiene posiciones radicales y que quisiera ver convertido al Estado mexicano en un ente católico, parcial y reaccionario. A final de cuentas, el que ese tipo de propuestas obtenga un sitio no depende de Manuel Espino o de sus correligionarios, sino de nosotros mismos, los votantes. La culpa no será de ellos, sino de los que emitan su sufragio a favor de su oferta.

Pero, ¿y no también es parte de la democracia que este tipo de ideologías puedan participar activamente y, en caso de obtener las simpatías suficientes, acceder al poder?

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

En este país no hay ultradereechas ni ultraizquierdas.
¿Que es el PRI? ¿derecha, izquierda, centro?

marzo 15, 2005 2:27 p.m.  

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