La Contra / Irvine Welsh
IRVINE WELSH, ESCRITOR, AUTOR DE ´TRAINSPOTTING´
"Aguanta, porque vendrá la buena racha"
Tengo 47 años. Nací en Edimburgo y vivo ahí y en Dublín. Me casé hace 6 semanas y todavía estamos juntos. No tengo hijos conocidos. No creo que los políticos de izquierda hubieran tratado distinto a los negros y a los pobres de Nueva Orleans. Me gustaría tener el consuelo de Dios, pero no. Publico Porno, Anagrama
IMA SANCHÍS - 14/09/2005
-¿Niño de barrio obrero?
- Barrio proyectado para la clase obrera, sí. Mi padre trabajaba en los muelles y mi madre, segunda mujer de mi padre, era una camarera.
- ¿Adolescente punk?
- Tenía una banda y me vestía de punk las noches del viernes y el sábado para ligar con las chicas en las discotecas. Pero cuando tienes entre 14 y 17 años tres meses son una eternidad, así que puedes pasar por muy diversas tendencias y disfraces.
- ¿Tras la adolescencia tienes 20 años para matarte?
- Cuando llevas una vida muy al límite piensas que te vas a morir pronto, pero cuando cumples los 35 y ves que no te has muerto te vuelves a replantear la vida, es mi caso.
- En Trainspotting describe el Edimburgo de la desocupación y las drogas, ¿su mundo?
- Sí, en el primer libro uno suele contar su propia historia. La década de los ochenta fue muy dura, llena de parados y desempleo. La heroína desembarcó en esos barrios marginales, allí se cortaba y se distribuía.
- Usted estaba ahí en ese preciso momento.
- Sí, comprábamos una heroína muy barata que venía de Pakistán. La vida se complicó: mafias, asesinatos, todo eso que cuento en mis libros. Pero ya hace más de 20 años que no toco la heroína, entré en un programa de metadona para desengancharme.
- ¿Por qué?
- Aquello era durísimo. No tenía ningún control sobre mi vida. Nada de lo que decidía, ni importante ni nimio, conseguía llevarlo a cabo. Un día pensé: "Yo no estoy disfrutando con esto, tengo más resacas que placer", y ese hecho empezó a molestarme. Yo miraba siempre el presente y entendí que mirar hacia delante es un buen ejercicio.
- ¿Qué edad tenía?
- 22 años. También me di cuenta de que cuantas más drogas consumiera, más me costaría dejarlo y más se alargaría el proceso. La publicación de Trainspotting también fue un punto de inflexión porque me di cuenta de que quería ser un escritor no un ex yonqui que explica sus memorias. Además, las cosas importantes de mi vida nunca fueron las drogas. Nunca me he dicho a mí mismo: "No volveré a tocar las drogas", pero me sorprendería mucho que volviera.
- ¿Qué ha sido de los amigos de la época?
- Muchos murieron de sobredosis o sida. La mayoría de las veces te drogas porque lo hacen tus amigos, acabas moviéndote en un grupo social que se junta para drogarse, eso también me hizo reflexionar. Sin gran convicción te das cuenta de que debes salir de ahí, si sigues ese impulso te salvas.
- Han pasado diez años, ¿cómo es ahora ese mundo al que perteneció?
- Igual, pero ahora se lleva la cocaína y está en todas partes. La clase media también toma drogas, pero como un pasaje que les lleva a otro lugar. Para los marginales la droga es un lugar en el que quedarse porque no hay inquietud para progresar socialmente.
- ¿Mantiene sus amigos de adolescencia?
- Sí, mis padrinos de boda fueron dos amigos del colegio. Algunos han muerto, otros han prosperado, otros siguen enganchados a las drogas y otros nunca las probaron. Jugamos al fútbol y eso nos mantiene unidos.
- ¿Cuál es el código moral de los bajos fondos, de esa cultura marginal?
- Una mezcla de la moral presbiteriana escocesa y la idiosincrasia de los sindicatos y la izquierda proletaria. Tiene mucho que ver con la política y la economía. La política de los años ochenta convertía en gueto los barrios proletarios. Nosotros soñábamos con ser boxeadores y futbolistas, pero ahora los niños quieren convertirse en traficantes.
- ¿Ha cambiado usted de barrio?
- Ahora tengo casa en la zona pija de Edimburgo y todavía no me he acostumbrado.
- ¿Y cuáles son sus prioridades?
- Me acabo de casar, así que mantener esta relación y disfrutarla es lo más importante. La búsqueda del amor, no nos engañemos, es lo que domina la vida de todos.
- Pues sus novelas están pobladas únicamente por hombres.
- Me gustan los caracteres extremos y, en la cultura de la que procedo, eso se da más en los hombres. Las mujeres débiles quedan dominadas y anuladas por este tipo de hombres, escogen el papel de víctimas; y las fuertes no quieren saber nada de ellos, simplemente desaparecen.
- Su mujer, ¿de qué tipo es?
- Es más fuerte que yo y pertenece a otro ambiente. Pero me sigue fascinando cómo se comportan los grupos de hombres.
- Cuénteme.
- Si los coges uno por uno pueden llegar a ser encantadores, pero en grupo son unos salvajes. El grupo te permite romper las normas y hacer cosas que solo no harías. En los juicios siempre oyes lo mismo: "Éramos un grupo, estábamos bebiendo y...".
- ¿La lección mejor aprendida?
- Nada muy bueno ni nada muy malo dura para siempre. Así que cuando tengas un buen momento disfrútalo porque luego vendrá el malo. Y cuando vengan los malos tiempos no te desmorones del todo, aguanta, porque vendrán los buenos.
- ¿Qué herramienta le ha sido más útil para superar los malos tiempos?
- Interesarme por cosas y personas, siempre he buscado algo que me estimulara. Me encantaría hacer su trabajo: preguntarle a la gente qué anda buscando.
- ¿Ha tenido usted suerte en la vida?
- Más suerte que méritos. Pero yo sigo siendo un extraño para mí mismo, me intereso a mí mismo porque todavía no se quién soy.
2 Comments:
Todo un hombre chingón!
Estoy totalmente de acuerdo con Irvine. Me conozco toda esa historia ya que mi pareja también es de Edimburgo - tiene 50 años y, aunque no venga de una familia de proletariados, vivió exactamente lo mismo. Quisiera hacer un llamamiento a la sociedad tan hipócrita en la que vivimos: SÍ QUE SE PUEDE SALIR DE LAS DROGAS.
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