jueves, enero 05, 2006

La resaca
Jordi Soler


Un grupo de médicos de la Universidad de Exeter, en Inglaterra, se ha puesto a desmontar la naturaleza de la resaca alcohólica y los remedios que existen para combatirla. Se trata de un estudio muy serio que, para empezar, establece sus límites con una honestidad que deja descorazonado a quien ande en la búsqueda de la pócima mágica que acabe de golpe con la espantosa cruda: "En realidad no se sabe cuáles son los mecanismos de la resaca. Sabemos que tiene que ver con los efectos tóxicos del alcohol y con la deshidratación, pero no sabemos cómo funciona", escribe este grupo de médicos en la revista British medical journal.

Este estudio tiene, como dije, sus límites, pero, por otra parte, se dice que los médicos en sus fiestas mezclan las bebidas con suero pediátrico para combatir, con anticipación, la resaca; de manera que no sería difícil que el grupo de estudiosos esté ocultando información relevante sobre la resaca y sus antídotos, a pesar de que en el Medical journal diga, con todas sus letras: "No hay evidencias de que exista un remedio para tratar o prevenir la resaca".

Junto a esta información descorazonadora y pesimista, estos médicos pasan revista a una serie de remedios clásicos y desgraciadamente parciales: un par de aspirinas con mucha agua antes de irse a la cama (si es que antes no se han ido de bruces al piso), comer plátanos, masticar una col, desayunar huevos, hacer ejercicio, beber té verde o leche malteada. La lista es muy extensa y en algunos incisos, como el de la col masticada, peca de ingenuidad, y también comprende remedios farmacéuticos como la Nux Vómica, que es una medicina homeopática según sus fans milagrosa, tan milagrosa como el franco vómito que, si se aplica a tiempo, reduce drásticamente los devastadores efectos de la resaca, cruda o cruz (en su acepción más penitente y culposa).

El estudio del Medical journal no contempla remedios de otros países, ni por supuesto del nuestro, así que pasa de largo frente a remedios, no sé si parciales o totales, como los tacos y el menudo, pero desde luego más sabrosos que el té verde o el plátano. Al parecer todo lo que puede hacerse con la resaca es reducir ligeramente sus efectos y teorizar sobre ella, porque un remedio que la anulara rompería el equilibrio vital del placer y el displacer, de la cima y la sima, y es probable que sin ese periodo introspectivo y reflexivo que nos brinda una resaca respetable, beber no sería lo mismo, beberíamos sin vértigo, sin el estímulo del miedo al abismo, y beber así sería una actividad parecida a mordisquear una col.

En internet circula una página (www.hungover.net) donde, sin tanto prurito médico, se sugiere un top 7 para combatir la resaca: dormir; tener sexo para que la sangre circule y rehidrate el cuerpo; beber mucha agua; darse un baño largo; comer una barra de chocolate para noquear a la cruda con un golpe de azúcar; beberse un refresco hidratante tipo Gatorade o un café cargado. Yo agregaría mi remedio personal, que por ser personal es arbitrario y carece de apoyo médico y, sobre todo, de asidero moral, pues se trata de combatir el fuego con el fuego: un café bautizado con un chorrito de ginebra. Amén.