miércoles, mayo 24, 2006

Kill my mother

Escucho esta canción de Charly García en el iTunes. Buen comienzo del día. Ahora que estamos metidos en el Sexto Informe de Gobierno el trabajo se acumula. También por el asunto de que ya tengo los cinco votos de mis sinodales. De hecho, debí haberlos tenido desde hace mucho tiempo, sólo que uno de ellos, una vaca sagrada del CIDE, después de seis semanas de tenerme en ascuas me ha salido con el rollo de que "no tiene tiempo" para revisar el trabajo. Vaya. Mejor me lo hubiera dicho desde el inicio. Ahora casi se acaba el semestre en la Universidad y no es tan seguro que pueda realizarse el examen antes de que concluyan las actividades. Y todo por ese pequeño detalle. En fin, ya veremos.

Por el edificio las cosas van normal. Sin embargo, parece que hay mucha efervescencia respecto a la administración. Un pequeño grupo se reúne por las noches a cabildear con la intención de llevar una propuesta de cambio de gerencia a la asamblea. Me han invitado a algunas de estas juntas semi secretas pero, la verdad, qué flojera: la mayoría son después de las 22 horas. Hay un exceso de democracia en nuestra vivienda. Al menos cada semana hay una junta, ya sea pública o privada. Las nocturnas las lidera un tipo soltero, casi o ya francamente instalado en sus 50, que vive solo con su madre y trabaja en algo de diseño (algunos dirán, el diagnóstico perfecto de un gay de clóset). Por lo visto, gran parte de las mayores emociones en su vida son estar en juntas y grillar a diestra y siniestra. Ojalá se consiga una pareja pronto para que deje de estar "ideando", como bien dicen las abuelas. En fin.

Respecto a la vida social hemos caído en un bache. Pocas reuniones, pocas fiestas. En parte se debe a los cuidados que debo tener por la esofagitis grado II, es decir poco alcohol, poca comida irritante, pocos cigarros (los ingredientes de la diversión, pues). Sin embargo, espero que esta situación se revierta en unos fines de semana más. Dentro de diez días se presentará un libro en mi pueblo poblano en el que participo con un texto. Se trata de una de esas ediciones patrocinadas por instituciones gubernamentales --en este caso, el INAH y el Ayuntamiento-- en la que se le pide a la gente que escriba sobre su terruño. "Tal y tal haciendo su historia", se llama el ejemplar. Bueno, pues mandé un texto sobre una experiencia que tuvieron mis padres en las lluvias de 1999 y decidieron incluirlo. Como recordarán, ese año se presentaron unas precipitaciones atípicas que ocasionaron derrumbes, deslaves, inundaciones y demás lindezas por la zona. Aunque en mi municipio no fue tan devastador como en otros sitios --Teziutlán, por ejemplo-- sí hubo algunas anécdotas dignas de contarse. Y una de ellas es la que han publicado en el libro. Bueno, el asunto es que esto va a dar pretexto para la patchanka.

Luego, en unos días más deberá casarse uno de mis colegas cercanos. Razón más que obvia para intoxicarse en su celebración. Según me ha dicho, será maratónica. Es decir, será una de esas en las que tienen contemplado servir consomé y barbacoa para los resacosos al otro día. Bueno. Eso dice él. Si es así, qué mejor. De hecho, aunque no aguante toda la noche sí pensaría seriamente en ir a mi casa, dormir un poco, bañarme, cambiarme y llegar de nuevo al salón con la intención de degustar el manjar que sólo nos dan las ovejas cocinadas enmedio de la tierra. También se ha programado para finales de este año otro enlace, pero como a ese aún no me han confirmado mi asistencia, lo dejamos pendiente aún. Por una parte está bien que la juventud se siga casando: así hay más fiestas y más chismes dignos de contar.

Cierro con esa otra maravilla del argentino del bigotito que se llama I'm not in love.

Aguante.