lunes, mayo 22, 2006

Un partido de la fecha siete

Ayer, mientras esperaba una orden de camarones al mojo de ajo, comenzó en la televisión el segundo partido de la final del fútbol mexica. Los rivales, Pachuca y San Luis, estaban empatados a cero, por lo que la exigencia lógica era que los dos se fueran al frente desde el primer minuto con la intención de ganar el título. Todo lo contrario. El primero, local y cobijado por su afición, daba pequeños pasos tratando de llegar a la portería rival, pero el segundo se encerraba de manera mezquina en la defensa.

Vaya partido aburrido. Sólo se le pudo llamar "final" porque era el último de la temporada, pero en emociones, ambiente e intensidad simple y llanamente fue un partido más de la fecha siete, en la que los equipos están aún duros y nadie quiere arriesgar nada. Si por ellos hubiera sido, San Luis y Pachuca sin chistar hubieran firmado el empate y cada quien para su casa.

Casi al término de la segunda parte la cosa se compuso un poco. Archundia marcó un penal sobre Chitiva que sí era penal, Núñez anotó y, por fin, San Luis comprendió que este juego se gana con goles. El cobarde y timorato Arias mandó a sus hordas al frente intentando hacer en cinco minutos lo que no había podido en los restantes 175.

Después del gol la hinchada también se animó un poco. Se escucharon algunos cánticos y las escenas de la televisión daban cuenta de cierta alegría y esperanza en los rostros de los roedores mineros. Sin embargo, a pesar de lo anterior la mediocridad de esta final también pasó por la tribuna. La verdad, creo que estuvo más interesante la definición de la Primera A entre Querétaro y Ciudad Juárez. De hecho, el partido de hace una semana entre Pachuca y Guadalajara fue infinitamente más vibrante que este partido de reservistas malpagados.

Al final, como siempre, el presidente del Pachuca, Jesús Martínez, sobreactuaba fingiendo estar súper conmovido por la victoria de su equipo. Lo he visto ya tres ocasiones hacer lo mismo, dos de ellas en el campo de la UANL. Pero ayer, francamente, ni siquiera eso de que estaba al borde del llanto y del paroxismo le salió medianamente creíble. Yo creo que cuando pitó el árbitro la máxima emoción fue pensar qué bueno, por fin se terminó, ahora sí, a prepararse a ver el Mundial. Azcárraga III debió haber pensado --puro en mano-- que necesitan comprar un cuarto equipo para ser campeones la próxima temporada.

Los pueblos tienen el fútbol que se merecen. Por ello tenemos una Liga mediocre y pagada de sí misma en la que el equipo que casi descendía pudo llegar a la final y donde el primer lugar no rebasó los 35 puntos. Así, el Pachuca es un digno campeón en este mar de devaluación futbolística.

Por cierto, en otro tema y para cerrar, cada vez que veo la parafernalia de la selección nacional, los tumultos que ocasiona y la enorme publicidad en la que han metido a sus integrantes, cada vez que miro eso me convenzo más de que este equipo no pasará la primera ronda.

Cuando escucho a los comentaristas hablar y hablar del ya famoso "quinto partido", es decir el del pase a la semifinal, tengo más claro que la aventura en Alemania será nada más de tres. Nada raro.

La marca registrada de la Escuela Lavolpe: ilusionar con jugar bonito y no ganar nada.