La Pérfida Albión
Inglaterra sigue su camino hacia la final y, por añadidura, yo hacia mi jersey rojo con el número siete en la espalda y mi colega César a quedarse con las ganas del suéter de Oswaldo.
Sin embargo, en la quiniela laboral voy mal, muy mal. Según yo, mi estrategia fue apostar a una mezcla de "racionalidad" con "contingencia", lo que en palabras más simples fue jugarle al vivo con marcar uno que otro resultado "raro". Es decir, esperaba que algunas selecciones dieran la sorpresa y, al momento de enfrentarse a los favoritos, los mismos que todos han marcado en sus papeletas, yo pudiera dar "el campanazo" y ganar puntos.
Pero como dice el multicitado Sabina, para mentiras la realidad: prometo todo y nada te da.
En contraste, Sivel va bien. No en los primeros tres lugares, pero a tiro de piedra de ellos. Al principio no apoyaba con mucha determinación su combinación. Claro, algo del típico resentimiento masculino que se produce cuando una mujer sabe más en terrenos eminentemente propios, como el fútbol, hacía que arqueara la ceja cuando me decía, mira, le atiné a otro. Ahora, frente a la contundencia de los resultados, sólo espero que siga sumando y podamos recuperar nuestros 200 pesos invertidos en la bolsa.
Mañana la cita es a las nueve horas en el auditorio del Ministerio. Ahí darán el partido de La Nación Mexica versus los latinoamericanos europeos. Ni modo. Tendré que venir porque esta concesión no implica el hecho de llegar a las 11. Espero que nos den los tamales y el atole prometido junto a nuestra puntual dosis de solaz deportivo.
Por cierto, y para finalizar, cada vez el arribista Lavolpe me caga más.
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