Archivo de casos reales
2006, Año de la Rata, Dos-Conejo-Rayita o como quieran llamarle de acuerdo a sus muy particulares creencias, ha sido bastante negativo en términos de salud para el que esto escribe (¿y eso qué?, preguntarán los lectores digitales de este buroblog... pues nada, que como esta clase de bitácoras virtuales son como divanes de sicoanalista, le doy dicho uso de vez en vez... nota, son lectores digitales porque se pueden contar con los dedos de las manos... ahora sí, basta de tonterías, continuamos...). Me diagnosticaron la cosa del reflujo, entré en tratamiento casi diario a base de pastillas, me salió una cosa rara en un párpado, tengo en lista de espera una cirugía y ahora resulta que tengo otra vez altos mis niveles de colesterol y ácido úrico. Joder. ¡Y sólo tengo 30!
Dirán, pues ya bájale a tu desmadre. Ja. Desmadre es lo que quisiera echar. Es decir, que sí soy aficionado de las carnes rojas, las grasas, el café, el vino en sus múltiples variantes y así una larga lista de cosas en las que Dios, el Creador, Jesús, Yahvé, Jehová, Alá o Tláloc (o como también quieran llamarle según sus ondas místicas) puso las más horribles cosas para la salud de los hombres. Pero de eso a ser punk, estoy muy lejos de serlo. La verdad. Al respecto, el otro día leí a un wey que se preguntaba, ¿por qué no pusieron el colesterol y los triglicéridos en el brócoli y las verduras? Exacto. Coincido con esa duda existencial que invade su alma llanera. Qué bonito sería que el doctor te dijera, joven, tiene altos sus niveles de colesterol, ¿sabe qué?, métale más duro a la chela y a los huevos rancheros en sus hábitos alimenticios. Demasiado lindo para ser verdad.
Bueno, pero el punto es que ahí vamos de nuevo con la dieta. Es decir, a bajarle a las grasas, a las carnes rojas, al cafecito, a los quesos, a la barbacoa, a las carnitas, a los chescos, a la chela, a la ginebra Bombay y al whisky The Glenlivet, al tinto, a los camarones al ajillo y al bife. ¿Y qué queda? Pues lo clásico: frutita, lechita deslactosada, cafecito descafeinado, huevito sin yema (y dos veces a la semana nada más), verduritas, avenita y otras simplezas. Ay, ay, ay.
Obviamente sé que dicho esfuerzo sobrehumano no se verá recompensado si no agrego otro factor crítico de éxito a la empresa: hacer ejercicio. En efecto, moverse, espabilarse, sudar, quemar manteca, subir el ritmo cardiaco, correr, brincar, sentir las piernas como de robot. En una palabra: dejar de echar la weba.
En 2002, cuando también tuve estos problemas, hasta me compré mi bici estática. "Uy, esas se convierten en unos percheros carísimos", me dijo una ex compañera de El Colegio de México (bueno, de Acatlán pero acogida en el Colmex) poniendo cara como de Anna Wintour. Y, pues sí, en efecto, así es, en eso se terminó metamorfoseando mi armatoste ese. Ahora la pregunta es, ¿servirá aún?, ¿la sacaré de su olvido? La verdad, quién sabe. Igual y me meto al gimnasio que está a dos calles de mi piso. El mismo donde he visto a un tipo así como mamey con sus greñas de David Bisbal y su camiseta del Taz atlético. Pero, si lo hago, ni tenis tengo. Chale.
Por lo pronto estoy en un nuevo tratamiento de Metronidazol de aquí al 20 de diciembre. Según que para desparasitarme. Aquí debo señalar que hoy he ido a consulta porque me he tragado dos tacos callejeros y me han dado seguidillas toda la madrugada. Según la doctora no es infección, pero sí amerita algún tipo de intervención de los medicamentos genéricos con todo y su Vida Suero Oral.
Mi vecina laboral, no la que se queja de todo, otra que es como más seria, me dice: oiga, pero si está re-joven. Bueno, joven joven joven, lo que se dice chaval rozagante, no. Pero tampoco estoy como para andar cual chica horny checando el reloj a cada rato para saber a qué hora le toca su pastilla.
Así las cosas, prefiero abstenerme de aquí al 20 para después hacer mi entrada triunfal a la cena del 24 como se merece.
¿Qué he hecho yo para merecer esto?
--oo00oo--
Para cerrar el tema del fútbol que a varias (ojo, he puesto varias, no varios) les jode, aquí una reflexión sobre el Pachuca, su DT y los Pumas.
La verdad, el campeonato de la Sudamericana de Pachuca se lo debe a... Pumas.
Me explico: si la Universidad no se hubiese dejado ganar por el Pachuca en el campo sagrado de Ciudad Universitaria en la fecha seis de la Liga mexica (y digo dejado ganar porque eso fue lo que pasó dada la debilidad del rival), los pachuqueños hubieran corrido al Ojitos, hubieran traido a algún entrenador chafa mexicano (pleonasmo) y no hubiese pasado absolutamente nada con este equipo en lo que restaba del año.
Pero no. Nos ganaron, dejaron a Meza, tomaron confianza y de ahí a la fecha, palante.
Raro, ¿no?
En suma, nadie sabe para quién trabaja.
--oo00oo--
Bueno, me retiro porque ya me toca mi pastilla.
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