La tecnología aprieta, pero no ahorca...
Cuando era estudiante universitario y veía a algunos de mis colegas ingresar a escuelas de computación del tipo ICEL, ICH y otras por el estilo pensaba: mmm, otro más que muerde el polvo.
Pobre ingenuo de mí.
En aquellas épocas aún no estaba tan claro el alcance que iban a tener los nerds y los geeks que se iban a dedicar al asunto de los ordenadores y tal. Es decir, no se vislumbraba que iban a dominar el mundo tal y como hasta ahora se le conoce.
Y si no me creen, vean a William Gates. Un tipo con facha de vendedor de Afores que es nada más y nada menos que el más rico de entre los ricos de los ricos del planeta (y ahí sigue a pesar de que predadores como nuestro mexico-libanés Slim le pisa los talones con furia).
Digo esto porque hasta ahora sé que puedo postear al buroblog desde mi correo electrónico. Mmmm. Tanto drama sobre la tecnología cuando la propia tecnología siempre te brinda una solución. O como dirían las abuelitas, te dan el remedio, el trapito y espérame tantito. En pocas palabras, peladito y en la boca.
Claro. De acuerdo. Pero, ¿un simple mortal sabe eso? Muchas veces no. Sólo unos cuantos iniciados en esto de la computación... por ejemplo, mis colegas que estudiaron en cosas como el ICEL y el ICH (y más recientemente, en esas escuelotas medio patéticas, llenas de paredes de cristal azul y seudoedecanes a sus puertas repartiendo publicidad a la menor provocación llamadas CCPM).
En fin.
Espero que de esta manera pueda sortear los avatares propios de la censura ministerial y de la pésima compra que he hecho de ese ordenador que se nos acaba de quemar en nuestro piso.
Y todo por ustedes, amables lectores (aquí incluir música de Ray Conniff o como se escriba ese tipo).
Seguiremos informando.
La suerte está echada.
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