Su majestad
Les presentamos al mero jefe de nuestra oficina (y de muchas más).
Por él se elevan los niveles de colesterol en el torrente sanguíneo y provoca serios cuadros de hipertensión en los organismos de los funcionarios públicos.
Los usos horarios del planeta y el meridiano de Greenwich no importan cuando este artilugio señala la hora. Para la gente normal pueden ser las 09.14, pero si para él son las 09.16 no hay nada más que hacer.
En su larga vida ha visto carreras apresuradas y lágrimas contenidas. Ha recibido múltiples ofensas y maldiciones. Un segundo puede ser la diferencia entre recibir la nómina completa o con algún boquete originado por su reporte de faltas y retardos. Para él no hay favoritos. Todos se rinden ante su puntualidad y su impartición ciega de justicia.
Cada día rige el destino de la burocracia. Por la mañana no corre, vuela. Por las tardes y por las noches su paso se vuelve lento, lento.A nadie deja satisfecho.
Él seguirá ahí, incólume hasta el final de los tiempos.
Con ustedes su majestad, El Reloj Checador de la Oficina.
Salve.
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