martes, abril 29, 2008

Yo no soy deudor del fisco

Pues resulta que he tenido que presentar mi declaración anual por primera vez.

Antes, cuando laboraba para el Ministerio, la propia área relacionada con esos avatares fiscales se encargaba de dar trámite a nuestro paso anual obligado con Lolita de la Hacienda. Además, nuestras percepciones tampoco eran una maravilla ni nada desorbitante (no rebasábamos los 400 mil que obligan a presentar la declaración), por lo que este asunto no nos quitaba el sueño.

Sin embargo, llegó 2007, El Año Cabrón, e ingresé a la nómina de la Universidad Nacional como profesor de asignatura. En este nuevo escenario ya me ubicaba en la categoría de declarante por la simple y sencilla razón de tener dos patrones. Entonces, para este 2008 me he tenido que preocupar por quedar bien con el Ministro Carstens y sus muchachos del SAT.

Y aquí viene el punto crucial. Resulta que a pesar de tener mis dos hojas de percepciones, en donde ha quedado perfectamente aclarado que no soy evasor de impuestos y que, como contribuyente cautivo que soy, cada catorcena me aplican puntualmente mi descuento, bueno, a pesar de esto, el Sistema de Administración Tributaria ha determinado que debo pagar una cantidad en este abril de 2008: tres mil diez pesos. Hombre, qué bien, ¿no? Tres mil diez pesos que he tenido que sacar de la cartera para no andar con una bolsa del pan en la cabeza, según la publicidad que este año montó Hacienda dizque para concientizar a la población de no hacerse tontos y pagar.

Tres mil diez pesos. Y todo porque doy clases. No sé si ponerme contento de que una calle en Metlatónoc, Gro., pueda llevar mi nombre por mi decisiva contribución en impuestos a su pavimentación, o bien, si ponerme a llorar y a despotricar (como lo estoy haciendo ahora) cuando pienso en todos esos ambulantes y empresarios establecidos que no pagan nada y que andan por la vida cual si hubiesen nacido en Suecia.

Claro, aunque me ha dolido, ya lo he pagado. No soy deudor y ni lo seré. Un compañero de esta nueva oficina me ha soltado el clásico de, no, consíguete un contador de confianza, le das una lana y te evitas del pago. Bueno. Llámenme nerd o teto o lo que sea, pero no es mi línea. Así que, esos tres mil diez pesos ya engrosaron las arcas del Nacional Palacio y se reflejarán en las cuentas y cálculos del Presupuesto de Egresos de la Federación para 2009.

Sin embargo, la existencia siempre tiene un segundo tiempo para recuperarse. El próximo año ya no tendré que pagar nada y entonces, imbuido no por un ánimo revanchista sino por una legítima aspiración de igualdad y equidad, meteré todos mis deducibles para recuperar algo de esos tres mil diez pesos que ahora han minado mi poder adquisitivo.

En fin.

Al menos con este gesto no seré como Laureano Brizuela, ni como Adalberto Ramones, ni como Paquita la del Barrio, ni como Lupita D'Alessio..., todos ellos ilustres evasores del fisco mexicano.



2 Comments:

Blogger Semilla said...

y olvidaste a la muñeca rota, Juan Gabriel, célebre evasor él también.

Yo si ando con mi bolsota en la cabeza, por más que pago, nunca termino e igual todo comenzó por dar clase en la universidad, cosa que me encanta pero que ahora rehuyo con tal de evitar los mentados recibos de honorarios...

Quisiera ser tan responsable como tu, padezco tanto esto del fisco...diablos!

abril 29, 2008 7:59 p.m.  
Blogger Los Burócratas del Ritmo said...

En efecto, Alberto Aguilera también es --o fue-- deudor del fisco mexicano.

Como diría una de sus bellas melodías, ¿pero qué necesidad...?

M.

abril 30, 2008 2:45 p.m.  

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