Réquiem
Experimento una flojera inusitada. Quiero dormir, quiero tomar una bicicleta y pedalear por el campus, quiero beber cerveza y ver fútbol, quiero volver a esa época en la que la vida se regeneraba cada viernes por la tarde.
En fin.
He leído el editorial de una revista que se llama Etiqueta Negra y que se edita en Perú. Me ha gustado y por eso aquí lo comparto.
"Réquiem por el hombre que me imprimía las fotos, hoy dedicado al honorable oficio del taxi ilegal. Réquiem por los carteros, por el wing derecho y por los litografistas (el Word me subraya en rojo litografistas; réquiem). Réquiem por los mecanógrafos con olor a Olivetti. Réquiem por el actor que perdió la audición por un humanísimo muñeco 3D, más barato y menos complicado. Réquiem por el astronauta que tiene los pies en la tierra y espía, desde Boston, robots que pasean por Marte sin temor a no volver. Réquiem por los payasos que no pudieron sobrevivir a Barney y sus amigos. Réquiem por los boticarios y parteras; por los impresores de enciclopedias de mil tomos, unos cien kilos organizados, hoy, en USB del tamaño de un dedo. Réquiem por el policía de la esquina y bienvenida la cámara controlada a un mundo de distancia por un adicto al café. A propósito de esto, réquiem por la señora Techi, quien tenía un café muy lindo al lado de una tienda que se convirtió en Starbucks. Llegará el día, lo sé, en que los libros sólo se leerán en una pantalla de plasma y las revistas serán posibles nada más que un punto com. Ni modo: réquiem por mí. Por mi futuro".
Daniel Titinger, "Réquiem", en Etiqueta Negra, año 6, número 58, p. 6.
En fin.
He leído el editorial de una revista que se llama Etiqueta Negra y que se edita en Perú. Me ha gustado y por eso aquí lo comparto.
"Réquiem por el hombre que me imprimía las fotos, hoy dedicado al honorable oficio del taxi ilegal. Réquiem por los carteros, por el wing derecho y por los litografistas (el Word me subraya en rojo litografistas; réquiem). Réquiem por los mecanógrafos con olor a Olivetti. Réquiem por el actor que perdió la audición por un humanísimo muñeco 3D, más barato y menos complicado. Réquiem por el astronauta que tiene los pies en la tierra y espía, desde Boston, robots que pasean por Marte sin temor a no volver. Réquiem por los payasos que no pudieron sobrevivir a Barney y sus amigos. Réquiem por los boticarios y parteras; por los impresores de enciclopedias de mil tomos, unos cien kilos organizados, hoy, en USB del tamaño de un dedo. Réquiem por el policía de la esquina y bienvenida la cámara controlada a un mundo de distancia por un adicto al café. A propósito de esto, réquiem por la señora Techi, quien tenía un café muy lindo al lado de una tienda que se convirtió en Starbucks. Llegará el día, lo sé, en que los libros sólo se leerán en una pantalla de plasma y las revistas serán posibles nada más que un punto com. Ni modo: réquiem por mí. Por mi futuro".
Daniel Titinger, "Réquiem", en Etiqueta Negra, año 6, número 58, p. 6.
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