martes, mayo 06, 2008

Paul Collier, director del Centro de Estudios para el Desarrollo del Tercer Mundo, Universidad de Oxford

"Al Tercer Mundo hay que enviar soldados, no sólo ONG".

LLUÍS AMIGUET

¿Mi edad? Tengo un hijo de 6 años: no quiero que crezca en un mundo con mil millones de personas en la desesperación. Es urgente que intervengamos con nuestras tropas en esos estados fallidos también por nuestra seguridad. Colaboro con la Obra Social de La Caixa.

¿Cada vez hay más o menos pobres en la Tierra?

Cada vez hay menos, pero son más pobres. Éramos mil millones de ricos frente a cinco mil millones de pobres, y ahora, con el desarrollo de países como India o China, es exactamente al revés.

Buenas noticias.

Sí, el club de la miseria es cada vez menor, pero la mala noticia es que cada vez es más difícil salir de él. Además, la brecha entre los mil millones de pobres de países del club respecto a los países antes pobres que sí han logrado desarrollarse es cada vez mayor.

¿Quiénes son los miembros del club?

Yo los denomino África +, porque el 70 por ciento de esos mil millones de personas está en países africanos. Y el + son Haití, Bolivia, varios países del Asia Central, Camboya, Yemen, Birmania y Corea del Norte.

Yo recuerdo haber dado limosna al Domund para los chinitos.

¡Y ahora muchos europeos tenemos un jefe chino o lo tendremos! Y todo gracias a que Mao hizo un gran favor a China: morirse.

Aquí hubo partidos maoístas.

Mao dio una lección de estupidez y sus sucesores de inteligencia al hacer todo lo que predicó Mao pero justo al revés. Funciona.

¿Por qué algunos no salen del hambre?

Sufren las cuatro trampas que encierran a esos países: la primera es sufrir guerra crónica, en sus variedades civil y golpe de Estado recurrente; la segunda trampa es tener riqueza en recursos naturales...

Yo pensaba que ayudaban.

Al contrario: muchas veces forman parte del problema. Son el incentivo para enzarzarse en terribles guerras por controlarlos. ¿Recuerda al eterno rebelde Kabila?

A África la asuelan buitres como él.

Una vez explicó cómo montar una guerra civil en Zaire y ganar: "Sólo necesitas - confesó- que te dejen 100.000 dólares...".

Lo que cuesta un buen coche aquí.

"... Para pagar mercenarios y comprar armas. Y un teléfono por satélite para ir negociando con los blancos que te han prestado el dinero las concesiones mineras que vas conquistando poco a poco con tu guerrilla".

Y con sus niños soldados.

Es la misma razón por la que el golpista Sankoh en Sierra Leona rechazó una vicepresidencia cuando se la ofrecieron: "Sólo aceptaré ser - dijo ofendido- ministro de Minería".

En mi pueblo, concejal de Urbanismo.

Por eso es tan ingenuo que busquemos el bando bueno en esas guerras. Se disputan el puñado de dólares y todo lo que dicen sobre liberación, socialismo o democracias son...

Literatura para envolver la codicia.

Hombre, queda mejor decir: "Luchamos por un Fiyi para los fiyianos"que decir la verdad: "Matamos y morimos para que Fiyi sea de la concesionaria extranjera que nos pague más por la caoba, de la que tenemos el monopolio".

Los salvapatrias deben ser algo poetas.

Tengo demostrado que la fórmula "renta baja, crecimiento lento y materias primas valiosas" significa a menudo guerra civil. La falta de salida al mar con malos vecinos y el mal gobierno son la tercera y la cuarta trampa.

¿Y si al fin consiguen la democracia?

Difícil, pero aun así, sin crecimiento económico, votar no es gran cosa. Si tu vida es miserable, es muy fácil jugártela con un fusil en la mano. La causa es lo de menos.

¿Y si es un país pacífico pero pobre?

La riqueza natural sólo se usa para comprar votos: si puedes comprar votos con tus diamantes o petróleo, ¿para qué molestarte en invertir en infraestructuras a largo plazo? Y eso hacen con nuestra ayuda al desarrollo.

¿Es parte del botín de los golpistas?

A menudo, y por eso, en vez de inyectar dinero en estados dudosos, deberíamos construir directamente sus infraestructuras.

¿Y África para los africanos? ¿Soluciones africanas para problemas africanos?

Es el peor error que hemos cometido. Lo más estúpido que podemos hacer es no hacer nada y dejar que el club de la miseria se transforme en estados fallidos como Angola, República Centroafricana, Haití, Liberia, Sudán, Islas Salomón, Somalia o Zimbabue.

Nos secuestran pesqueros desde allí.

¡De eso le estoy hablando! Esos estados fallidos amparan la piratería, todas las formas de terrorismo y crimen organizado internacional, el narcotráfico y el tráfico de armas a gran escala.

Eso no nos da derecho a intervenir militarmente: sería neocolonialismo.

¿Por qué podemos enviar vacunas a África hechas en Occidente y en cambio no les podemos proveer de seguridad colectiva? Por poco dinero y con pocos soldados podríamos dotarlos de una seguridad con la que podrían iniciar cierto desarrollo y que, además, mejoraría la nuestra. Al Tercer Mundo no sólo tenemos que enviar ONG, le hacen mucha más falta nuestros soldados.

¿No ha aprendido usted de Iraq?

Iraq ya era un país desarrollado cuando fue invadido. Hablo de países caóticos. Piense en Sierra Leona, donde la intervención inglesa fue rápida, barata y muy efectiva: siempre bajo los auspicios de la ONU, nuestras tropas con poco coste y pocos efectivos podrían rendir un servicio decisivo a estos países del club de la miseria.

¿Habla de estar unos meses e irnos?

Hablo de dotar a estos países de seguridad colectiva permanente con tropas establecidas bajo mando internacional: sería lo mejor para todos.


Altruismo egoísta

La mejor manera de ayudarnos es echar una mano a los que más lo necesitan. Esa es la filosofía descrita en El club de la miseria por Collier y esgrimida en la ONU, en Downing Street y en el G-8: debemos volver a África sin complejos coloniales con nuestras tropas por delante, para proveer a los mil millones de habitantes de ese triste club de la seguridad colectiva que hará posible la sanidad, la educación o los alimentos. Collier repite que debemos intervenir en favor del puñado de héroes en esos países que, pese a todo, tratan de reformarlos: es nuestra obligación e interés hacer posible que lo consigan. No intervenir es aceptar el terrorismo y la piratería, que nos costarán - lo estamos viendo- mucho más.