Desde Santiago de Chile

Esta es una publicación diferente porque lo hago desde la capital chilena, Santiago.

En efecto, con apenas unas horas de anticipación hemos planeado este viaje al sur del continente y, ante la imposibilidad de ir a Lima por el asunto de la visa que exige el gobierno de ese país para entrar a su territorio, hemos optado por la ciudad de Santiago.

En este momento me encuentro instalado en un café internet --o cabina de internet-- que está por el rumbo de Vitacura, para ser específicos en la calle de Providencia. Sobra decir que acá es invierno y que, por lo tanto, aprieta el frío. Por la calle la parroquia ha sacado sus abrigos, bufandas y demás artilugios dedicados a combatir el clima propio de esta estación.

En contraste, el paisaje es inusual para alguien que ha vivido todo los meses de julio en el hemisferio norte. Me refiero a que, si uno se asoma por la ventana del hotel, podrá observar la coordillera de Los Andes perfectamente coronada con nieve, lo cual es como bastante atractivo y bello.

La gente es amable, viste bien y se mueve como pez en el agua dentro de esta ciudad con tintes europeos. Poca basura en las calles, orden, pero también mucha contaminación. Al abrir la ventana también pude notar ese aroma propio de aglomeraciones con polución, como la extrañada y querida Ciudad de México.

Mañana enfilaremos nuestros pasos a Valparaíso y Viña del Mar, a conocer el tal "monstruo" y a poner un poco a prueba este hígado mío con algunas dosis puntuales de tinto chileno.

He tomado algunas instantáneas, las cuales espero compartir con ustedes a mi vuelta, la cual sucederá esta misma semana.

Por lo pronto, un saludo desde estas tierras sureñas (ahí les encargo el país).