viernes, octubre 03, 2008

Ángel Mur Ferrer, ex jugador de fútbol y masajista del Barça durante 33 años.

"La gran satisfacción es poder dar a cambio de nada".

IMA SANCHÍS

67 años. Nací y vivo en Barcelona. Estoy casado, tengo tres hijos y dos nietos. Mi padre fue masajista del Barça y yo tomé el relevo. ¿Política? Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás. Soy de equipo y creo en el hombre que cumple su palabra, no soy religioso.

¿Qué no le gusta?

La falta de respeto. Un partido es una guerra, pero al paracaidista que cae no se le puede disparar. No me gustan las patadas ni los codazos en el pecho. Esto ha pasado de ser un negocio a un supergrán negocio. Muchos nervios.

Ser masajista del Barça, además de dar masajes, ¿qué implica?

Ver, oír y callar. Yo he procurado evitar las confidencias, porque la vida privada de cada cuál es privada; pero las hay. Tengo una cosa clara: un equipo que esta formado por amigos tiene un sesenta por ciento a favor.

¿Alcohol, drogas y estimulantes?

No me he metido, pero he visto cómo llegaban por la mañana algunos jugadores. Y me han venido a decir en grupo: "Este va a ser un partido muy difícil, ¿qué te parece si tomamos algo?". "Si os dieran algo hoy, mañana también lo querríais. La vida son triunfos y fracasos, y hay que asumirlos".

¿Cuánto hace de esto?

Veinte años. ¿Sabe lo que pasa?... Que yo no he hecho nada extraordinario en la vida, lo mío ha sido un trabajo como cualquier otro, donde han sucedido cosas como en cualquier otro trabajo.

¿Eso le diferencia de su padre?

Él era artista, un barítono con una gran voz, y, como tal, era más protagonista. A mí sólo me ha interesado que lo íntimo sea íntimo.

¿Añora algo desde que está retirado?

No, son dos libros diferentes. Uno ha sido el del trabajo y las obligaciones, que comenzó a los 16 años y acabó a los 65, y todo transcurrió en el mismo ambiente; y ahora empiezo una experiencia nueva, que es la familia, engranar prácticamente en un mundo nuevo porque casi no he estado con ellos, he pasado muchas horas concentrado y encerrado.

¿El presidente más humano?

Un equipo es una empresa piramidal y el vestuario es casi un mundo independiente del resto. Tiempo atrás sí teníamos contacto con los directivos, ahora no los ves. Eso sí, cada vez que viene alguien nuevo quiere hacer cambios.

... Otra filosofía.

Sí. A mí me gustaba enseñar a los futbolistas que fueran autosuficientes, no hacerles yo los estiramientos. Ahora las relaciones están más diluidas y existe competencia, esa de "yo soy el íntimo amigo del jugador más grande y me ocupo personalmente de él". Un error, porque un equipo debe funcionar como una piña. Yo lo veo así.

¿Se ha sentido traicionado alguna vez?

Sí, pero una de las satisfacciones de la vida es cuando una persona que te ha hecho una jugada con mala fe, un día se ve en la necesidad de pedirte ayuda y tú se la das.

¿Qué opina de las estrellas Beckham?

Si no te va bien, haces cualquier cosa por tirar adelante a tu familia, pero si ya tienes de todo y más, hay ciertas cosas que sobran.

Entiendo.

Yo durante muchos años fui el hijo de, y ya me parecía bien, pero te conocen simplemente porque sales un minuto al campo, y eso a mí no me gustaba nada.

¿No le molestaba ser el hijo de?

A un amigo, con el que jugaba en el mismo equipo, le llamaban maricón, y en aquel entonces si te llamaban una cosa así tenías que pegarte.

Duelo de hombría.

... Así que yo le pregunté: "¡¿Cómo te dejas insultar así?!". "Ángel, es muy sencillo: o lo soy, y tienen razón, o no lo soy, y entonces yo ya lo sé y me importa tres pepinos lo que digan". A los 20 años me pareció una reflexión sin calado, con el tiempo te das cuenta de que es la postura correcta. ¿Que mi padre era más famoso que yo? ¿Y qué?

Los jugadores ¿son ahora más divos?

Son los medios los que los convierten en divos, pero en los vestuarios se comportan como profesionales porque si fueran de divos se quedarían aislados.

¿Ha tenido que mentir?

Del grupo de la calle con el que jugaba de niño, yo solía ser de los últimos en todo. Un día el jefe de la banda dijo: "He visto un camión con doce ruedas", y yo añadí: "¡Yo también lo he visto!". "¿Y cómo era?", preguntó. "Articulado". El jefe, que se lo había inventado, dijo: "Es verdad", pero yo lo pasé tan mal que me juré no mentir nunca más. Ante los fracasos, mejor decir: "Me he equivocado", y la gente suele darte otra oportunidad.

¿Ha tenido que hacer concesiones?

Me acoplo a lo que me dicen, yo soy un empleado. Lo resuelvo diciendo: "No estoy de acuerdo, pero usted manda".

¿Ha visto muchos ataques de miedo?

Sí, gente joven que llegaba a un estadio como el del Barça y no se atrevía a salir. Mucha responsabilidad, de ahí todos los amuletos que corren por el vestuario. Hay quien lleva diez, y el día que se olvida uno..., otros tienen un Cristo en la casilla, al que rezan, y alguno necesita dormir rodeado de santos que acarrea. Pero yo, callar y disfrutar.

No le gusta contar cosas de los otros.

Me he negado siempre a publicar mis memorias y a hacer declaraciones. El día a día de lo que ocurre en los vestuarios interesa a mucha gente por morbo o por simpatía, pero yo no quiero hacer un producto de mi vida cotidiana, ni de nada, ¿lo entiende?

Perfectamente.

Podría apuntarme cuatro anécdotas e ir de aquí para allá, pero me encontraría fatal si lo hiciera, desequilibrado. La gran satisfacción en la vida es poder dar a cambio de nada.


Eran otros tiempos...

Pensaba que esta sería una entrevista llena de anécdotas, 33 años como masajista del Barça dan para ello. Pero me encontré con un hombre íntegro que no pretende sacar partido de lo vivido. El resultado ha sido mucho más interesante, una lección de humildad y dignidad, valores que hoy, en la época del marketing, se ignoran. Mur pertenece a esos tiempos en los que no todo tenía precio. Sus prioridades han sido hacer bien su trabajo, arreglar al día siguiente los posibles malentendidos con algún miembro del equipo, dar afecto; y hoy son devolver a su familia todo el tiempo de ausencia. En Los Mur, masajistas del Barça,Enric Bañeres retrata esta dinastía tan estrechamente ligada al club.