No sé lo que quiero, pero sé lo que no quiero
Definitivamente yo no me prendería fuego para protestar por algo, ni siquiera por lo más sagrado o riguroso o urgente o como quieran llamarle.
¿Para qué? ¿Para morirme después con quemaduras de segundo y tercer grado? ¿Para aparecer en las portadas de los diarios y después ser motivo de conversación (¿supiste lo que le pasó a ese pendejo que se quemó?) y, unos minutos después, ser arrojado al baúl de las cosas perfectamente prescindibles? ¿Para que ni siquiera el sacrificio sirviera para corregir eso que tanta indignación te causó?
No, definitivamente no lo haría.
Lo siento por el hombre que lo ha hecho el día de ayer en Xalapa, pero me sigue pareciendo un acto estéril e inútil.
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