miércoles, noviembre 26, 2008

Belinda, el chat y la desconfianza

Belinda es una cantante pop mexicana. Bueno, eso de mexicana es circunstancial porque sus padres --o sólo su madre, no estoy seguro-- son españoles. Belinda es guapa. Bastante. Belinda es famosa, desde chica, por su aparición en los culebrones. Y eso que sólo tiene 19. El día de ayer, Belinda entró en shock.

Resulta que la jovencita colapsó, según los medios de comunicación, porque un ex novio, gandalla y ambicioso, ha decidido compartir con la parroquia mundial un video que hizo a su vez de otro video. Se trata de una grabación íntima en la que la chica le enseña una partecita de su dorso a solicitud expresa del tipo a través del chat. Ella estaba de gira en Europa y él, imagino, en su habitación rindiendo culto a Onán. Ahora que son ex novios y ahora que al chico se le ocurrió hacer esta acción para, supongo, ganarse una buena cantidad de dinero y saltar a la fama de forma efímera, la cantante se encuentra --dicen-- destrozada.

Y esto nos lleva a algunas reflexiones sobre esta clase de acontecimientos.

Primero, que como puse ayer o antier en esta bitácora, ya no se puede confiar en nadie. Mucho menos, por lo que la experiencia marca, en las ex parejas sentimentales.

Ahí están los casos de ex novios o de ex algo que suben videos porno o semi porno a internet para joder a las personas que alguna vez juraron amar por siempre.

A esto se suma lo que también ha ocurrido en otro tipo de plataformas comunitarias virtuales como Facebook y el propio Blogger. Testimonios cutres, infundados y de la peor mala leche contra alguien y sin la posibilidad de la réplica, sólo por el gusto de joder la existencia de el otro.

Digo, esto no es nuevo en el planeta, sólo que ahora la tecnología ha potenciado al infinito la posibilidad de la calumnia sin que haya consecuencias tangibles de por medio.

Es decir, yo soy tal y de repente me cabreo con alguien. Supongamos que con alguna ex novia. Entonces, si yo tengo por ahí algún material, digamos, comprometedor, pues lo subo aquí al blog o a Flickr o al incombustible You Tube y, pum, ya tenemos una reputación destruida o, al menos, cuestionada. Y esto sucede de ida y vuelta. Pongamos que esa misma ex, histérica y dolida, decide soltar una serie de peroratas que, ya por el sólo hecho de venir etiquetadas con la palabra "revelaciones", nadie se encargará de corroborar si son o no reales.

Pero.., aquí aparece el segundo punto de reflexión: el que la tecnología también nos lleva a ser mucho más reservados con ciertos aspectos de la privacidad y la confianza interpersonal. Me refiero a que la hipercomunicación nos llevará a ser más selectivos con los mensajes y las actitudes hacia los demás.

Al final del día todo se trata de un asunto de comportamientos no regulados. El ex novio de Belinda merece algún tipo de castigo semi-medieval por haber sido, ya de entrada, un vil mariquita. Pero también la chica, por ingenua... Sin embargo, en ambos casos lo que se necesita es pasar de un cierto código de ética a una normatividad más o menos aplicable en el caso de la defenestración y la calumnia por internet.

Si antes uno temía ser ventilado en el chismógrafo de la secundaria, ahora el terror campea por la súpercarretera de la información (que en el caso latinoamericano es más bien terracería).

En fin.