Bacterias sindicalizadas
En ciertas oficinas públicas hay una mala costumbre: reportarse enfermo y no traer algo oficial que lo certifique después. Bueno, y si a eso agregamos que las enfermedades sólo se presentan en viernes o en lunes, entonces tendremos dos malas costumbres.
Este tema particularmente me molesta. La razón es sencilla: porque es un abuso de confianza. Al final del día también es corrupción. Pero como está del lado de la sociedad civil buena, entonces no se toma como algo grave.
Me jode, repito, porque se excede en la confianza. Uno puede faltar por enfermedad, por supuesto, ¿pero sistemáticamente los viernes o los lunes? Y, además, ¿sin traer algo que lo demuestre? En efecto, las relaciones laborales están basadas en ese factor crucial, pero cuando alguien nos comprueba con sus actos que sus bichos y sus bacterias sólo actúan de manera puntual en la víspera o después del fin de semana, algo cruje en esa palabra y en esa idea.
Además, me jode porque se trata de algo que es como jugar con fuego. Esa gente que dice que se enferma para ausentarse no sabe o no ha padecido o no se acuerda o se pone una venda en los ojos que le impide ver lo que realmente es estar enfermo, postrado, haciendo largas filas en los hospitales, esperando los resultados de exámenes y estudios de sangre, elucubrando mil y un posible diagnósticos, creyendo fielmente en la capacidad de los médicos. Eso me jode. Me parece que a esa gente sí deberían darles un pequeño paseo por la realidad a través de padecer una enfermedad real verdadera tangible.
Ahora, la culpa es compartida. Cuando estaba en el Ministerio había que llevar casi de manera religiosa algo que comprobara que se estuvo en un hospital o clínica y que, en efecto, esa licencia médica especificara que estabas mal para ausentarse. Por supuesto que esto se presta a corrupción (me refiero a conocer a algún médico que te facilite el papel), pero al menos te obligaba a no tener tanta manga ancha para sólo coger el teléfono, llamar a la oficina y "reportarte enfermo".
Quizás estoy exagerando. Lo más seguro es que sí. Pero cuando veo a la gente decir que estuvo mala y al día siguiente venir como si nada, y cuando me recuerdo a mí mismo ingresado, en laboratorios y demás, y después yendo a conseguir el tal papel de justificación, escribiendo cartas a los directores de las clínicas y pidiendo una copia de mi expediente, no puedo menos que sentir asco y desprecio por esta mala práctica.
Pero, al final, la culpa no es ni de ellos ni de nosotros ni de nadie... Son esas malditas bacterias sindicalizadas que sólo atacan en los días que está estipulado en su contrato colectivo de trabajo, a saber, los lunes y los viernes.
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