Influencia
Aquí un reporte desde la que parece ser se ha convertido en la capital mundial de la influenza: la Ciudad de México y sus alrededores.
El ambiente está, digamos, como raro. Es decir, hay gente en la calle y ciertas cosas se enganchan a la normalidad como siempre: la música, el ruido de fondo de la cotidianidad, la velocidad y las prisas, las bromas y las otras preocupaciones de la gente más inmediatas, por ejemplo, la inseguridad, la falta de agua y la crisis económica. Sin embargo, el tema mismo parece contagiarse del espíritu de esta nueva cepa: sólo falta que alguien medio mencione el asunto para que todos se contagien de preocupación y comiencen a dar su opinión y, claro, para que otros nos den cátedras epidemiológicas con datos que, muy probablemente, apenas hayan descubierto minutos atrás. Nunca falta alguien así.
Bueno. Pero el punto está en que, si aún la sicosis colectiva no se ha desatado en pleno, esto se debe a que la confianza en que esto no me puede pasar a mí, por favor, sigue bien plantada en la mentalidad mexicana. En contraste, ya el sólo hecho que 7,5 millones de estudiantes hayan tenido que apoltronarse en sus casas este viernes y, por lo visto, durante la próxima semana entera, nos da luces de que algo va mal. También la reunión urgente del gabinete en pleno por más de cuatro horas y el hecho de que hasta los partidos de fútbol se van a realizar a puertas cerradas en el Olímpico Universitario y el Azteca.
Leo, por ejemplo, un artículo que será mañana publicado en El Universal donde un tipo, Francis Plummer, científico canadiense, ha dicho lo siguiente: "este es un virus nuevo no sólo para los humanos, sino para el mundo" (la noticia aquí). Gracias.
En fin. Pienso en el gobierno que encabeza Calderón desde diciembre de 2006 y pienso en esta sufrida patria mexicana. A ambos nos ha tocado pasar bastantes malos momentos. Unas elecciones alocadas y deslegitimadas para una porción considerable de la gente. Un clima de inseguridad a la alza que nos han incluido escenas dantescas de descabezados y ejecutados. Una crisis económica mundial que particularmente nos golpea por nuestra dependencia de Estados Unidos. Una carencia de agua severa que nos ha llevado a cortes programados de suministro en medio de un calor sofocante. Una selección de fútbol que no funciona con o sin técnico extranjero. Y ahora, lo que nos faltaba, la antesala de una pandemia en la que nos ha tocado fungir como primera línea de batalla o como hostess, como se le quiera ver.
Una recomendación para finalizar. A la gente que vive en los estados del país, por favor, no nos discrimen a los habitantes de la Ciudad de México cuando vayamos a visitarlos (después esta solicitud se puede ampliar a los pobladores del planeta en su relación con los mexicanos).
Ya veremos cómo vienen los acontecimientos en los próximos días.
PS. Paco, hago acuse de su misiva recibida el día de hoy en mi piso. Gracias. Le haré llegar mi respuesta a la brevedad.
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