Recuento del finde (II)
Para muchos, la hora del baile es lo que cuenta en una boda. Para otros, como yo, es cuando comienza el sufrimiento. La gente que baila cree que TODOS saben bailar. La gente que baila bien ESTÁ CONVENCIDA de que todos deben saber, al menos, moverse con ritmo. Esa gente debería ser llevada a la guillotina.
Lo bueno es que, gracias a esos bailecitos o musiquitas que se bailan como si fuesen una tabla rítmica, los arrítmicos tenemos posibilidades de sortear el temporal con menos sentido del ridículo. Me refiero a esas rolas tipo No rompas más mi pobre corazón, Macarena y, como he comprobado este finde, también la canción con la que abría La carabina de Ambrosio. Gracias a ellas podemos confundirnos entre la multitud y hacer como que estamos la mar de divertidos.
Bueno.
Cuando le conté a la parroquia de mis males alérgicos algunos ponían cara de muy interesados y otros como de pobre tío, saliste defectuoso. En fin. Otra coleguita fue más simple y dijo, "estás somatizando". Yo puse cara como de puede ser, pero ya me hicieron pruebas cutáneas, así que tu argumento se derrumba por sí mismo.
Somatizar. Suena como a sodomizar. Se supone que se trata de una reacción del organismo ante algo que de manera inconsciente está jodiendo al sistema. Recuerdo que la primera vez que escuché el terminajo fue en el ISSSTE: estaba a un mes de mi propia boda y no dejaba de tener gripa. Harto, fastidiado, decidí tomar una consulta y la doctora me dijo, oiga, ¿tiene algún acontecimiento importante en puerta?, a lo que respondí, en efecto, galena, en unos días me caso. Ah, respondió, entonces una vez que haya pasado el acontecimiento se va a curar (mejor a currar). Y, dicho y hecho, después ya no tuve ni estornudos ni nada.
Así que, podría ser... Ahora, la chica que me lo dijo no es precisamente alguien a quien le confiaría mi salud mental. Entonces, digamos que estamos tablas.
Somatizar.
Un buroblog somatizado...
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